1.- La protección de los menores: Cambiar la mentalidad para combatir la actitud defensiva-reaccionaria de salvaguardar la Iglesia.

2.- Seriedad impecable: La Iglesia no se cansará de hacer todo lo necesario para llevar ante la justicia a cualquiera que haya cometido tales crímenes y nunca intentará encubrir o subestimar ningún caso.

3.- Una verdadera purificación: Transformar los errores cometidos en oportunidades para erradicar este flagelo y jamás caer en la trampa de acusar a los otros.

4.- La formación: La exigencia de la selección y de la formación de los candidatos.

5.- Reforzar y verificar las directrices de las Conferencias Episcopales: Aplicación de parámetros que tengan valor de normas y no solo de orientación, y que ningún abuso debe ser jamás encubierto ni infravalorado.

6.- Acompañar a las personas abusadas: La Iglesia tiene el deber de ofrecerles todo el apoyo necesario, valiéndose de expertos en esta materia.

7.- El mundo digital: La protección de los menores debe tener en cuenta las nuevas formas de abuso sexual.

8.- El turismo sexual: Se necesita la acción judicial, pero también el apoyo y proyectos de reinserción de las víctimas de dicho fenómeno criminal.