El debate político, económico y social sobre algunos exponentes de la economía compartida como los vehículos de alquiler con conductor (VTC) es global. En Estados Unidos, la ciudad de Nueva York se ha convertido este miércoles en la primera gran urbe en pisar el freno en su expansión mientras estudia cómo seguir adelante. En una contundente votación 39-6, el Consejo Municipal de la ciudad ha aprobado congelar durante un año la concesión de nuevas licencias a servicios como Uber y Lyft. También ha estipulado un salario mínimo para los conductores de esas empresas.

La decisión de Nueva York, principal mercado de Uber en EEUU, es pionera en el país. Tiene componentes particulares, como el foco puesto en aliviar la creciente congestión de tráfico. Esta en buena parte se atribuye a la espectacular expansión de Uber, que en tres años ha más que triplicado su flota de coches, que hoy son más de 80.000. Su servicio, en parte, ha crecido por las necesidades de neoyorquinos que enfrentan acuciantes problemas de una obsoleta red de infraestructuras de transporte público, especialmente del metro, lo que ha ayudado a disparar la demanda.

El debate local también ha estado marcado por seis suicidios de taxistas tradicionales en los últimos meses, que han puesto los focos sobre la situación de un sector transformado por la irrupción de la competencia. Hay más de 13.000 taxis amarillos registrados en Nueva York (y más de 50.000 conductores) y otros 32.000 vehículos licenciados por la Comisión de Taxis y Limusinas. Los medallones de un taxi amarillo, que antes estaban valorados en un millón de dólares, ahora se cotizan a unos 200.000 dólares. Y los conductores se quejan de la sangría en su negocio.

“Industria sin control”

El freno neoyorquino a servicios como Uber y Lyft se enmarca, no obstante, en una discusión de fondo a la que ha hecho referencia antes de la votación el portavoz del Consejo Municipal, Corey Johnson, uno de los impulsores de la medida: “Pausamos la emisión de nuevas licencias en una industria a la que se ha permitido proliferar sin ningún control o regulación apropiada”, ha dicho.

La limitación cuenta también con el respaldo del progresista alcalde demócrata, Bill de Blasio, que ya había intentado sin éxito hace tres años poner coto a las VTC y que también ha apoyado al Consejo Municipal en restricciones recientemente aprobadas para Airbnb y otras empresas que han alterado los sectores de vivienda y de hostelería. “Más de 100.000 trabajadores y sus familias verán un beneficio inmediato de esta legislación”, ha declarado el primer edil tras la congelación de emisión de licencias y la aprobación del salario mínimo.

Críticas de Uber

Las empresas afectadas han reaccionado con críticas. Uber, para quien la decisión representa también un golpe a los planes de salir a bolsa el año que viene, ha reiterado el mensaje que llevaba lanzando hace semanas denunciando que las restricciones dispararán los precios para los usuarios y elevarán los tiempos de espera. Lyft, por su parte, ha denunciado que los neoyorquinos más afectados serán justamente los ciudadanos menos favorecidos que viven en los barrios más periféricos, más castigados por el deficiente transporte público.