Erick Altuve murió el 26 de mayo en Caracas a los 11 años. Esperaba un trasplante de medula en el hospital JM de los Ríos. Es el cuarto niño que pierde la vida bajo las mismas circunstancias en menos de un mes. Su historia es igual a la de Giovanni Figuera, quien falleció a los seis años. O la de Yeiderberth Requena, quien se encontraba en la sala de terapia intensiva donde nada pudieron hacer. "Quiero crecer", gritaba una y otra vez en ese mismo centro hospitalario Robert Redondo. La muerte lo encontró a los siete años.

Todos formaban parte del grupo de 30 chicos que aguardan el milagro médico en una Venezuela colapsada también en lo sanitario como consecuencia del conflicto político. En su mayoría, son pacientes que necesitan una operación de urgencia. Ellos padecen aplasias medulares, anemia con accidente cerebrovascular, varios tipos de leucemia y con linfoma de Hodgkin y no Hodgkin en recaída.

El área de salud es una radiografía de esta crisis histórica. Ante la falta de fondos, el Gobierno italiano suspendió a finales del 2018 un convenio suscrito con Caracas por el cual se hacía cargo de los trasplantes de médula que no podían realizarse en Venezuela. El ministro de Exteriores, Jorge Arreaza, dijo que como resultado del "bloqueo criminal" que lleva adelante la Administración de Donald Trump, la petrolera estatal PDVSA no puede transferir fondos a las instituciones médicas de Italia.

La vicepresidenta Delcy Rodríguez señaló directamente a Juan Guaidó, el líder parlamentario a quien Washington y otros 54 gobiernos reconocieron como "presidente encargado", por haber "entregado" a CITGO, la empresa venezolana refinadora de petróleo y comercializadora de gasolina en los Estados Unidos. La firma fue confiscada a finales de enero. "Este robo consumó el asesinato de niños que eran beneficiados por nobles programas de salud", expuso Rodríguez.

Metáfora del presente

Durante el velorio de su hijo Robert, Geraldine Labrador sacó fuerzas para dejar de llorar, salió a la calle y delante de una cámara de televisión puso en entredicho las explicaciones de las autoridades. "No es justo. Eso no es culpa del bloqueo. Es culpa de ellos mismos por su negligencia", dijo. El hospital de niños J.M. de los Ríos es para Labrador una indigerible metáfora del presente: "Está en decadencia". La oenegé Prepara Familia, dedicada a la asistencia y defensa de los derechos de los menores con patologías crónicas, llegó a la misma conclusión. "Ya hemos advertido del riesgo de muerte existente a la Defensoría del Pueblo".

El diputado opositor Miguel Pizarro consideró que las excusas del madurismo "rayan el descaro y la burla". El legislador, recientemente acusado por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de traición a la patria, conspiración, instigación a la insurrección, asegura que es "la negligencia del régimen" la que quitó a los cuatro niños "la oportunidad de vivir y crecer en una Venezuela mejor".

En medio de una disputa política sin horizonte de resolución a la vista, debajo de los escombros de una economía que no deja de hundirse, los otro 26 pacientes cuentan abatidos las horas que los separan de una posible curación. "Cada día qué pasa quedan menos niños en la lista de espera. Cuántos deben morir para que se entienda que es urgente?", se lamenta Prepara Familia. Los padres reclaman, se movilizan. Recorren despachos. Reciben explicaciones que no alcanzan. Sienten que apenas les queda creer en un milagro.