Dos mossos d’esquadra que investigaron los abusos perpetrados por el entonces profesor Joaquín Benítez a alumnos de la Escuela Maristas de Sants-Les Corts, en Barcelona, explicaron ayer al tribunal que el centro se resistió a facilitarles información sobre el acusado, tras la primera denuncia presentada contra él. Los dos mossos declararon como testigos en la Audiencia de Barcelona en la primera jornada del juicio por los abusos cometidos contra cuatro alumnos en la escuela cuando eran menores de edad y han asegurado que el entonces director del centro, Francesc Xavier Giné, no quiso facilitarles más datos que el nombre completo de Benítez.

La policía sostuvo que el exdocente siguió a lo largo del tiempo un «mismo patrón» en todos sus delitos, que cometía siempre contra adolescentes varones y de hasta 13 ó 14 años. «Siempre actuaba de la misma manera: los llamaba a su despacho reservado y, con el pretexto de corregir algún problema de la columna vertebral, problema físico o de crecimiento, les empezaba a realizar un masaje y a hacer tocamientos en los genitales que proseguían a otros hechos como felaciones», dijo uno de los mossos.

También aseguraron que recibieron una veintena de denuncias por delitos parecidos y, en alguna de ellas, se explicitaba incluso que otros profesores habían encontrado a Benítez en flagrante abuso de un menor, pero la mayoría de ellas ya ha prescrito frente a la Justicia.

El juicio contra Benítez comenzó ayer alrededor de las 11:45 horas después de que la defensa y las acusaciones no llegaran a un acuerdo para reducir la petición de condena a cambio de la admisión de los hechos. Fuentes cercanas al caso aseguraron que Benítez no habría aceptado las condiciones planteadas para el pacto de confesión porque sólo reconoce haber abusado de uno de los estudiantes de todos los casos de los que se le acusa.

El tribunal que lo juzga ha rechazado admitir como prueba un documental en el que este profesor admitía los abusos practicados cuando daba clases de Educación Física, al haberse producido su declaración en un ámbito «extrajudicial».

Los primeros en testificar fueron las cuatro víctimas, que lo hicieron a puerta cerrada para proteger su intimidad ante la gran expectación mediática del caso, que desveló en 2016 Manuel Barbero, el padre de uno de los alumnos de quien abusó.

Tras ellos, fue el turno de un vicario provincial de los Maristas, Pere Francesc Ferré, que fue interrogado en calidad de representante del centro, a cuya fundación la Fiscalía sitúa como responsable civil subsidiaria.

El vicario negó que la escuela encubriera los abusos, aunque reconoció que se ocultó el primer caso denunciado sobre Benítez al resto de familias del centro porque los padres afectados pidieron permanecer en el anonimato. Dijo, asimismo, que los Maristas Sants-Les Corts no despidió al profesor porque éste se fue antes de que lo hicieran y que tampoco lo echaron inmediatamente tras la primera denuncia, ya que «el director ese día no estaba en el colegio».

El juicio continuará hoy con la declaración del propio Benítez, que ayer llegó el primero al Palau de Justicia con el rostro tapado con un pasamontañas. El grado de conocimiento de los Maristas en estos delitos es una de las cuestiones clave del juicio y, según Barbero, Benítez se habría comprometido a aclarar mañana este punto ante los magistrados. El encausado se limitó a señalar que hoy martes hablará sobre ello y ha achacado sus delitos a haber sufrido también abusos en su pasado, por lo que «instintivamente lo veía como un comportamiento normalizado».