La Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (Ipbes) presentó ayer un informe sobre el estado de salud del planeta y sus resultados son desoladores. Los espacios naturales están disminuyendo a nivel global, la tasa de extinción de especies se está acelerando y ahora todo apunta a que el deterioro de la naturaleza también empezará a tener un impacto directo en la vida de las personas. La situación en la que nos encontramos, alertan los expertos, es crítica y, por lo que parece, las medidas tomadas hasta la fecha no han servido para mitigar la crisis ambiental.

El recién presentado informe se basa en la evaluación de 145 investigadores de 50 países, quienes en los últimos tres años han analizado la evolución de la salud planetaria durante las últimas cinco décadas. La información, también basada en la revisión sistemática de alrededor de 15.000 fuentes científicas y ampliada con la aportación de otros 310 investigadores, proporciona un panorama completo de «la relación entre el desarrollo económico y su impacto en la naturaleza».

«La salud de los ecosistemas de los que nosotros y todas las demás especies dependemos se está deteriorando más rápidamente que nunca. Estamos erosionando los cimientos de nuestras economías, medios de vida, seguridad alimentaria, salud y calidad de vida en todo el mundo», sentencia Robert Watson, presidente de la institución responsable del estudio. «El informe también nos dice que no es demasiado tarde para conseguir un cambio, pero solo si empezamos a actuar ahora en todos los niveles, desde lo local hasta lo global», añade.

BIODIVERSIDAD EN RIESGO / Los datos proporcionados por el informe apuntan a que un millón de especies de animales y plantas se encuentran ahora mismo en peligro de extinción, una cifra muy superior a cualquier otra etapa de la historia de la humanidad. La abundancia promedio de especies en la mayoría de hábitats terrestres ha disminuido en al menos un 20%, un declive que se ha ido acentuando desde 1900. Más del 40% de las especies de anfibios, casi el 33% de los corales y más de un tercio de todos los mamíferos marinos están siendo actualmente amenazados.

Los datos globales alertan de que, además, al menos 680 especies de vertebrados fueron llevadas a la extinción desde el siglo XVI y más del 9% de todas las razas domesticadas de mamíferos utilizados para la alimentación y la agricultura se extinguieron en 2016, con al menos 1.000 razas más amenazadas.

Los científicos responsables de esta evaluación clasificaron, por primera vez a esta escala, los cinco impulsores directos de este deterioro de la naturaleza. En este caso, los culpables señalados son, en orden descendente: los cambios en el uso de la tierra y el mar, la explotación directa de organismos, el cambio climático, la contaminación y, finalmente, las especies exóticas invasoras.

«Los ecosistemas, las especies, las poblaciones silvestres, las variedades locales y las razas de plantas y animales domesticados se están reduciendo, deteriorando o desapareciendo. La red esencial e interconectada de la vida en la Tierra se está haciendo cada vez más pequeña», comenta Josef Settele, coevaluador del recién presentado estudio.

MEDIDAS URGENTES / Ante esta situación, los expertos proponen actuar de manera inmediata con mayor protagonismo de las comunidades locales para conservar la biodiversidad. El informe, de hecho, reconoce la importancia de integrar diferentes sistemas de valores, intereses y cosmovisiones en la formulación de políticas y acciones concretas. Y es aquí donde los científicos abren una brecha de esperanza al recordar que «la naturaleza todavía puede conservarse, restaurarse y usarse de manera sostenible», un reto que, además, también se considera clave para cumplir la mayoría de los objetivos globales de desarrollo. Para ello, los científicos instan a impulsar un «cambio transformador», es decir, «una reorganización fundamental de todo el sistema a través de factores tecnológicos, económicos y sociales, incluidos paradigmas, objetivos y valores».