Rara avis entre los estrenos de cine de la semana: una comedia francesa que podría poner de acuerdo al público y a la crítica. Se trata de 'Los casos de Victoria', retrato de una mujer (Virginie Efira) poderosa pero imperfecta; una abogada que defiende a un amigo acusado de intento de asesinato y se defiende, en su poco tiempo restante, de un exmarido que está sacando trapos sucios en un blog, de los envites de un afecto inesperado y las exigencias de la maternidad y la vida doméstica.

No es otra tosca comedia francesa: es la mejor comedia (francesa o no) estrenada en nuestro país este año. La directora Justine Triet (París, 1978) logra un equilibrio perfecto de humor a veces absurdo (el único testigo del caso central es un perro), otras veces intelectualizado, con serias sondas de emoción. ¿Quiso hacer la comedia francesa sofisticada que buscaba y no encontraba? "No me lo planteé en esos términos", explica Triet. "Llego a esta película a través de mis gustos. Siempre he sentido mucha afinidad por la comedia, pero sobre todo la clásica hollywoodiense y las series actuales. Desde luego, sea como sea, no me siento cercana a la comedia francesa que se hace ahora".

Triet reconoce la huella de tótems como Wilder, Lubitsch y Hawks, pero añade una referencia quizá más inesperada: James L. Brooks, director de 'La fuerza del cariño' o la gloriosa 'Al filo de la noticia'. "En los últimos años, en Francia, Brooks ha pasado de ser considerado casi el peor director del mundo por críticos como Serge Daney a estar visto como una especie de genio. Es extraña, casi cómica, esta evolución". De sus películas le asombra la calidad del diálogo y, sobre todo, la amplitud del espectro temático: "La comedia francesa al uso se basa en un tema concreto de la sociedad contemporánea, pero Brooks abarca diversos asuntos en un solo filme. Me identifico con esa idea. Mis proyectos son difíciles de exponer y condensar en un resumen de entender. 'Los casos de Victoria' no trata de un solo tema, sino que es muchas cosas al mismo tiempo".

Romance entre generaciones

El corazón de esta historia plural es la relación cada vez más íntima entre Victoria (Virginie Efira) y un joven excamello, Sam (Vincent Lacoste), al que no duda en fichar como 'au pair'. La diferencia de edad parece lo de menos, quizá porque Triet no concibió al personaje masculino como más joven: "Solo buscaba inocencia", explica. Ella suele dibujar así a sus hombres: ingenuos, vulnerables y todavía más desconcertados por la vida, si cabe, que las mujeres.

Triet propone, como en la anterior 'La batalla de Solferino', a una heroína fuerte pero capaz del caos y no lineal. "Quería mostrar -explica- una figura femenina potente que llega a un cierto grado de éxito y, después, deconstruir esa perfección, mostrar cómo se derrumba. Señalando de paso hacia los efectos devastadores de la esfera pública sobre la privada".

De lo real a lo dramático

Primero cultivadora del documental, Triet percibió durante un rodaje en Brasil algunas grietas en su labor de simple observadora: "Estaba pidiendo a la gente que salía en la película que volviera a hacer cosas, a actuar", dice. "Estaba escribiendo, poniendo en escena… Sentía esa necesidad de ficción".

La tragicómica 'La batalla de Solferino', que incluía escenas rodadas fuera de la sede socialista en París durante la jornada electoral del 2012, ejerció de filme-bisagra entre la no ficción y la ficción pulida de 'Los casos de Victoria', raro caso de comedia actual visualizada con amor. Bueno, lo que Triet sentía era obsesión: "Como tenía más presupuesto que con la primera, llegué a ser maniática y cuidé hasta el último detalle de la puesta en escena. Además, rodar en estudio me permitió romper las paredes y hacer planos más interesantes", nos explica.

La guionista y directora trabaja ahora en una historia sobre la rivalidad entre dos mujeres, una de ellas, de nuevo, la poderosa Efira. "Mi idea es quitarme de una vez por todas el miedo al drama; sin dejar de buscar momentos graciosos. Se puede hacer reír a través del drama".