Una veintena de personas - la mayoría mujeres mayores y algunos hombres - se reunieron el pasado jueves 27 de febrero ante el Ayuntamiento de Mataró para realizar una marcha exploratoria con perspectiva de género y detectar lugares poco iluminados en el centro de la ciudad.

Se trata de una iniciativa, liderada por el consistorio, cuyo objetivo es disponer de una visión más amplia a la hora de planificar el alumbrado de calles y plazas para mejorar la percepción de seguridad de la ciudadanía.

“Aunando los esfuerzos del tercer Plan de Igualdad de Género y el Plan Director del alumbrado público creímos conveniente crear esta marcha feminista para mirar la ciudad a través de unas ‘gafas lilas’”, explica la concejala de Políticas de Género, LGBTI, Juventud, Ciudadanía y Convivencia, Marisa Merchán. Así, con la excusa de la renovación de las luces, se podrán incluir sensibilidades de perspectiva de género no contempladas en la fase de proyecto.

El Ayuntamiento se ha comprometido a que las opiniones recogidas durante el recorrido servirán al Servicio de Espacios Públicos para auditar las instalaciones existentes y, si es necesario, replantear actuaciones en fase de obra.

EXPLORACIÓN EN GRUPO

El recorrido de la marcha del jueves pasado se focalizó en el centro de la ciudad. La ruta se inició en el Ayuntamiento hasta la plaza de las Tereses y las calles del entorno, donde se tiene prevista una reforma del alumbrado. Más adelante, el consistorio trasladará la iniciativa a otros barrios de Mataró.

La mecánica de la exploración es relativamente simple: se trata de dividirse en grupos y, con la ayuda de un mapa, ir marcando aquellos puntos considerados “inseguros” o “mal iluminados”, registrarlos con una foto o un vídeo y enviar las pruebas al teléfono de técnica de alumbrado del Servicio de Espacios Públicos, Mireia Salvat.

Sin embargo, el grupo liderado por una de las participantes de la marcha, Isabel Bermúdez, tiene problemas para seguir la ruta planificada porque “el mapa es un poco difícil de descifrar”. Pero, lejos de desanimarse, ella y sus compañeras enseguida se ponen las pilas, buscan un itinerario paralelo y empiezan a detectar fallos en el alumbrado. Algunos de ellos a escasos metros del propio Ayuntamiento, donde hay varias farolas con las luces fundidas.

LUGARES INSEGUROS

En el equipo de Bermúdez hay representantes de diversas entidades de mujeres, que forman parte del consejo municipal de Igualdad Mujer-Hombre. Mientras caminan, debaten sobre la peligrosidad de que las ideas machistas de los partidos de extrema derecha calen en la sociedad. Hablan de las mujeres jóvenes, de lo “bien preparadas que están” a nivel académico, de “la libertad de la que gozan en comparación con ellas a su edad” y de cómo es posible que sigan sufriendo maltrato. Y también charlan sobre los hombres y de cómo hacer que se sientan partícipes del movimiento. “Sin ellos no se entiende el feminismo”, comenta Encarna Siles, “la abuela marchosa”, como se autodenomina ella.

En la calle d’En Moles, las mujeres detectan un pasadizo profundo y oscuro, al lado de un parking, que debería estar cerrado al público. “Esto es peligroso porque alguien podría agarrarte y meterte dentro”, afirma Pilar Capella, la encargada de hacer las fotos.

El equipo feminista también toma nota de la oscuridad que ensombrece toda la calle Muralla del Tigre, donde “te sientes insegura porque parece que no hay timbre donde picar si pasa algo, ya que todo son entradas de garajes”, comenta la jefe del Servicio de Igualdad y Ciudadanía, Montse Balaguer, que se ha unido al grupo junto con la concejala Marisa Merchán. Más adelante, la propia concejala se atreve a meterse en unas obras, con una entrada sombría y sin vallar, no sin antes advertir, en broma, “si no vuelvo en dos minutos venid a buscarme”.

MIEDOS COMPARTIDOS

La marcha exploratoria coincide con el partido Madrid-Barça y la ciudad está absolutamente desierta. Una situación perfecta para vivir un experimento controlado y ponerse en la piel de una mujer andando sola por la calle de noche. Pero no se necesita mucha imaginación porque todo el equipo de mujeres ha sentido inseguridad alguna vez en Mataró.

Por ejemplo Encarna Siles, a sus 75 años, tiene miedo de las entradas oscuras que hay en el barrio de la Cirera; o Pilar Capella planifica la ruta y la hora en la que saca su perro a pasear: “A según qué horas ya no salgo y menos por la zona del puerto”. “Ya tengo una edad, y aun así, cuando meto la llave en la puerta de casa, miro mi portal por si hay alguien”, agrega. “Es muy triste que a estas alturas aún sigamos así - comenta una de las señoras, Cati Cejudo - yo me niego vivir con miedo porque esto te coarta la libertad”.

Todas ellas entienden que el machismo es endémico y por eso han participado en esta marcha feminista. De momento, el 12 de marzo el Ayuntamiento realizará un taller para analizar las pruebas conjuntamente y tratar de hacer de Mataró una ciudad más amable y segura gracias a la ayuda de sus vecinas.