El 57% de las mujeres en España afirma haber experimentado "situaciones de violencias sexuales normalizadas" en espacios de ocio a lo largo de su vida, algo que solo manifiesta el 4% de los hombres, según el 'Informe Noctámbul@s 2016/2017'. El documento, presentado este viernes, analiza la incidencia de las agresiones sexuales en discotecas, conciertos, fiestas populares y otros ámbitos lúdicos y estudia la relación entre estos sucesos y el consumo de sustancias como el alcohol o las drogas.

La mayor incidencia de agresiones sexuales en el ámbito nocturno y, especialmente, en entornos relacionados con el ocio se debe, según los responsables del estudio, a que en estas situaciones rigen otro tipo de normas sociales y "hay una alta permisividad". "La noche se relaciona habitualmente con la sexualidad. Una noche acaba bien cuando hay sexo, lo cual estaría bien si no estuviéramos inmersos en un contexto patriarcal", ha explicado la investigadora Ana Burgos, una de las responsables del informe.

¡Normalización de las conductas

Una de las conclusiones que se desprende de la encuesta que acompaña el informe (realizada a 1.400 personas, la mayoría mujeres y el 50% en Catalunya), según los responsables de la investigación, es que los hombres "tienen más dificultades que las chicas para percibir e identificar las violencias sexuales que ocurren en su entorno", debido a la normalización de ciertas conductas. "Pocos chicos se identifican como agresores", indican los autores del informe.

Así, en el caso de situaciones como comentarios incómodos de chicos a chicas, el 38% de ellas afirma presenciarlas "siempre" que sale de fiesta, frente al 13% de los hombres; el 34% de las mujeres afirma presenciarlos "muy a menudo", frente al 24% de ellos; y el 19% de las chicas los escucha "algunas veces", frente al 28% de ellos. Para el 7% de las mujeres son "pocas veces" las que presencian estas situaciones, mientras que los hombres que creen que esta situación se produce con poca frecuencia son el 27%.

Del mismo modo, el 57% de ellas afirma que "siempre o muy a menudo" presencian situaciones en las que un varón "insiste" ante la negativa de una mujer, mientras que en el caso de ellos este porcentaje es del 20%. Según el 33% de los hombres, esta es una situación que se produce "pocas veces", algo que solo considera el 13% de ellas.

El informe destaca también que otros comportamientos agresivos como los "acorralamientos" ocurren "siempre o muchas veces" para el 9% de las mujeres; los tocamientos, para el 38%; magreos y forcejeos, para el 10%; violaciones con fuerza, para el 1,3%; y violaciones sin fuerza, para el 10%.

Además de todo ello, un 57% de las mujeres afirma haber sufrido en sus propias carnes alguna de estas agresiones, siendo las más frecuentes los comentarios incómodos, insistencias, tocamientos y acorralamientos.

El consumo de alcohol

El informe muestra además una relación entre el consumo de alcohol y otras drogas con el hecho de que se produzcan este tipo de agresiones, algo que se atribuye a que estas "pueden disparar dinámicas de violencia". Con respecto de esto, la investigadora lamenta la distinta "consideración social" sobre el consumo de sustancias en función del sexo: "para los hombres es un atenuante social y legal, sin embargo para las mujeres es un agravante del hecho, porque como has consumido te has expuesto más a ese hecho".

Según otro de los investigadores, Otger Amatller, los datos que arroja la encuestas apuntan a que "cuanto mayor es el consumo de alcohol más agresiones hay" y a que "la mayoría de situaciones de agresión se da en condiciones de consumo de alcohol ingerido voluntariamente por los dos", algo que según los autores del informe debería servir para paliar el "sobredimensionamiento" de los casos de "sumisión química" premeditada en la que el agresor intenta emborrachar o drogar a la víctima. Según destacan, en muchos casos se trata de agresores "oportunistas" que aprovechan que la mujer ha ingerido alcohol u otras sustancias y no tiene plenas facultades para defenderse.

Según los responsables del documento, una de las estrategias necesarias para avanzar en la lucha contra las agresiones sexuales pasa por cambiar el foco del consentimiento del paradigma 'No es no' a otro que denominan "consentimiento entusiasta" o 'Sí es sí', en el sentido de que el consentimiento para mantener relaciones sexuales de cualquier tipo no puede depender de la capacidad de la mujer para reaccionar, en el caso de que no se encuentre en posesión plena de sus facultades.

Ana Burgos lo resume así: "Si no hay sobriedad no hay consentimiento. Parece una obviedad pero no está anda claro. El consentimiento ha de ser entusiasta, verbal, continuado y reversible, activo y honesto".