El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, afirmó ayer que la inmigración «ordenada, segura y legal es posible y deseable», pero ha querido dejar claro que no consentirá la «violenta» ni aquella que «atente contra nuestro país», porque «la humanidad no es igual a la permisividad». Así lo aseguró en la Comisión de Interior del Congreso, donde compareció a petición propia y del PP para, entre otros asuntos, dar cuenta de la política migratoria del Gobierno en mitad de la polémica que ha suscitado su decisión de devolver a Marruecos al más de un centenar de inmigrantes que saltaron la valla de Ceuta la semana pasada. Marlaska ha defendido la «unidad» de esa política y ha considerado que no cree «contradictorio» que el Ejecutivo acogiera a los 629 inmigrantes del Aquarius en junio con que dos meses después haya devuelto a Marruecos al grupo que saltó la valla fronteriza en virtud de un acuerdo firmado con ese país en 1992. Lejos de provocar un efecto llamada, «lo del Aquarius fue un toque de queda a las instituciones europeas» sobre el reto migratorio y sirvió para que la UE comenzara a hablar de la necesidad de adoptar una política común para afrontarlo. Por el contrario, la expulsión de 113 de los 116 inmigrantes -dos son menores y otro aguarda en un CETI tras haber requerido asistencia hospitalaria-, apenas 24 horas después del asalto, ha sido un mensaje claro a las mafias de que España no va a «permitir la inmigración violenta que atente contra nuestro país y las fuerzas de seguridad». «El mensaje es que la inmigración ordenada, segura y legal es posible y deseable, pero no la ilegal y violenta», reiteró.

Con todo, ha negado que se tratara de expulsiones en caliente, sino de devoluciones amparadas en un convenio bilateral firmado con Marruecos en 1992 y en las que se respetaron en todo momento los derechos de los inmigrantes, que estuvieron asistidos por intérpretes y abogados, y ninguno pidió protección internacional.

Asimismo, ha descartado que la celeridad con la que se hizo impidiera identificar posibles víctimas de trata, puesto que en su mayoría son mujeres y niños, y «ni unas ni otros» son los que protagonizan estos «violentos sucesos». Igualmente, rechazó cualquier contraprestación económica a Marruecos por aceptar a este grupo: «No ha habido ningún pago ni ha habido nada», sentenció. Los partidos de la oposición le han acusado de dar «bandazos» con la inmigración, pero Marlaska insistió en que su política migratoria está basada en la «solidaridad y la humanidad, y también en la seguridad».