La pandemia del coronavirus ha empujado a científicos (y a empresas) de todo el mundo a una frenética carrera por lograr una vacuna que la contenga (y haga millonarios y admirados a sus creadores). Hay en marcha unos 120 proyectos, 10 de ellos en España. Jesús Rodríguez, investigador del equipo de la Universidad de Valencia que lleva desde principios de marzo «con la lengua fuera» en esa búsqueda y ya ha pedido una patente, desgrana sus claves.

No hay una única manera pero todas buscan generar anticuerpos que bloqueen el virus. Se puede inocular el virus atenuado o muerto. El primer caso es el método del equipo de Luis Enjuanes. «Hay una proteína del coronavirus que le da mucha toxicidad, por lo que se está produciendo un coronavirus que sea deficiente en ella. Así, infectará a la persona pero no la enfermará. De forma natural su cuerpo producirá anticuerpos y la protegerá», resume Rodríguez.

En el caso de su proyecto han apostado por una vacuna de subunidad: «Eliges una parte relevante del patógeno; nosotros escogemos la espícula porque es la proteína que interacciona con el receptor», explica. Se produce en el laboratorio, se purifica y se le añade un adyuvante para «ponerle una alarma al caco» y que cuando sea detectado se generen los anticuerpos. «Estamos hablando de ciencia muy antigua, las atenuadas son del siglo XIX con el virus de la viruela de vaca, y las de subunidad, de principios del XX», explica. Y muy probada.

Un camino intermedio ha seguido el equipo del CSIC que lidera Mariano Esteban y que es la opción española más adelantada. La idea es generar vectores virales del virus Vaccina que se usó para erradicar la viruela y modificarlos para que contengan una proteína de este coronavirus. ¿El objetivo? El mismo: generar una respuesta inmune.

El viernes la revista especializada The Lancet publicó un estudio dando cuenta de los resultados positivos de una vacuna del Instituto de Biotecnología de Pekín probada en más de un centenar voluntarios. Su método es similar a este último. Usa un virus del resfriado común debilitado para introducir el material genético de una proteína del coronavirus (spike) para producirla y que el sistema inmunológico cree anticuerpos, y lo hace.

¿Y el método ‘moderno’?

Hace unos días, la empresa de biotecnología estadounidense Moderna anunció también resultados positivos de su prototipo en ocho voluntarios. «En lugar de producir una proteína, sintetizan su ácido nucleico, que es mucho más económico y más fácil», señala. Lo llevan a la célula y la información que contiene la interpreta un manual de instrucciones (ARN Mensajero) que se adjunta y que permite a la propia célula fabricar y purificar la proteína. Cuando es detectada, se producen los anticuerpos. Teóricamente.

Hay varias objeciones, como que hubiera 45 inoculados y se les tuviera que pinchar tres veces pero, sobre todo, apunta Rodríguez, que son vacunas «que nunca se han usado en humanos». De momento, han conseguido hacer una ampliación de capital de 1.100 millones de euros. Eso va por delante.

¿Cuándo estará lista?

Nadie lo sabe con certeza. Moderna está en fase 2 (en la que se aumenta el número de inoculados hasta ser entre 200 y 500) y quiere entrar este verano en la 3 (en la que vuelve a crecer ese número y se testa la seguridad de forma completa). Según esa hoja de ruta, en diciembre podría estar lista. «Si funciona, es segura y eficaz, yo encantadísimo», asegura el investigador.

«Si fuera como hasta ahora, diría que no va a estar en meses, que una vacuna necesita un estudio de cinco o seis años en fase 3, pero, conforme está la cosa, se pueden reducir los tiempos, aunque debe haber cambios legislativos», desliza. Y recuerda que la media que han tardado las últimas vacunas aprobadas por la OMS ha sido de nueve años.

Hay otros siete proyectos probando ya con voluntarios, el del doctor Esteban espera empezar en otoño y ya está con animales, lo que esperan poder hacer en la Universidad de Valencia en dos o tres semanas.