Lo sugerente de la imagen de la portada -una madre con el puño en alto, el bebé en la teta y los labios rojos- hace que se le perdone lo poco realista de la escena (¿quién es la forzuda que puede dar el pecho a su criatura de pie, sujetándola con una sola mano?). Esther Vivas publicó ayer Mamá desobediente; una mirada feminista a la maternidad (Capitán Swing), un ensayo honesto que se rebela contra la obligación de escoger entre una «maternidad patriarcal sacrificada» y una «maternidad neoliberal subordinada al mercado». La periodista destensa la compleja relación entre feminismo y maternidad en un libro en el que planta cara a tabús como el puerperio o el luto gestacional, combinando infinidad de datos con experiencias personales narradas con valentía que en ocasiones se convierten en relato generacional.

Cifras y corazón

Lo mismo cuenta curiosidades como que para obtener un kilo de leche de fórmula (que ella se rebela a llamar así, ya que considera esta denominación una victoria, otra más, de la industria farmacéutica para evitar llamarla lo que es, leche artificial) se necesitan 4.700 litros de agua; que explica con coraje lo difícil que le resultó quedarse embarazada de su primer hijo. Cinco años. Aceptar la infertilidad. Intentarlo con la inseminación artificial. Ver que tampoco funciona. Recurrir a una fecundación in vitro. La agresividad del tratamiento. Los miedos. El embarazo al fin. Más miedos. El parto. La dureza del puerperio. Un testimonio en primera persona que refleja la realidad de muchas mujeres nacidas en los 70.

Con Mamá desobediente Vivas busca «reivindicar la maternidad como responsabilidad colectiva, en el marco de un proyecto emancipador». «No se trata de idealizarla ni de esencializarla, sino de reconocer su contribución histórica, social, económica y política. Una vez las mujeres hemos acabado con la maternidad como destino, toca poder elegir cómo queremos vivir esta experiencia», resume la autora antes de compartir su elección personal y de argumentar con contexto y cifras su decisión. «La maternidad es un terreno en dispusta. Si tomamos el principio feminista de que lo personal es político, el reto consiste en politizar la maternidad en sentido emancipador», defiende.

La teta es la leche

Uno de los temas con mayor peso en la obra es la lactancia (la autora es especialista en alimentación). De un repaso histórico, geográfico y estadístico a una reflexión sobre si son necesarias las salas de lactancia o la perversión del sacaleches. Vivas critica el negocio del biberón y hace una defensa tan apasionada como documentada de la «leche humana».

Todo ello sin juzgar a las mujeres que optan por el biberón -este es un ensayo abiertamente feminista-, y señalando sin tapujos a los entramados tras la industria. «Se trata de destapar las razones históricas, económicas e ideológicas por las que se ha boicoteado la lactancia materna y se la ha hecho retroceder en beneficio de la artificial y de exponer las bondades tanto individuales como colectivas de dar el pecho», concluye.