Más de 200 años dan para mucho. Nacida en 1811 con el objetivo de recaudar impuestos disimuladamente para la Guerra de la Independencia, la Lotería de Navidad ha visto pasar varios regímenes políticos, crisis económicas y cambios de moneda. También una Guerra Civil, que partió el concurso y el Gordo en dos bandos. Con el maldito 2020, el sorteo más popular de España ha sobrevivido a una pandemia. Nunca el día nacional de la salud -el consuelo para los que no resultan agraciados ni con un euro- fue más apropiado. La consabida lluvia de millones cruzó toda España, de norte a sur. Gracias a un nada madrugador Gordo, las localidades más afortunadas fueron Reus (Baix Camp) y Punta Umbría (Huelva). En toda Cataluña, el sorteo ha dejado 290,2 millones de euros, que supone un 14,7% menos de los 340,3 millones de euros jugados.

[Aquí puedes comprobar si tu número ha salido premiado]

Por primera vez, el Teatro Real de Madrid amanecía sin público. Nueva normalidad, cortesía de las normas anticovid. Se echó de menos a la legión de habituales friquis disfrazados en una platea de más de 400 butacas. La tradición pesa demasiado, así que una mujer -veterana del 22 de diciembre- sí que apostó por acercarse a la puerta del recinto encasquetada en un atuendo de bombo de bingo. Manoli aseguró a los periodistas en directo que le habían tocado 6.000 euros de un quinto premio.

Mascarilla y mamparas

Todo el personal de Loterías del Estado iba ataviado con la imprescindible mascarilla. Solo cuatro personas -separadas por mamparas de cristal- podían sentarse en la mesa, desinfectada entre tabla y tabla. Los únicos que no llevaban el tapaboca eran los niños cantores, cuya voz es imprescindible. De todos ellos, fueron Unai y Alexander los que se llevaron la gloria. Unos minutos después de las 12.00 horas entonaron el Gordo. El número de la suerte fue el 72.897 (400.000 euros por décimo). Como ya es habitual, la tormenta millonaria no pudo estar más repartida, aunque Reus -que en 2019 también repartió parte del máximo premio- se llevó la mejor parte, con 60 series vendidas en la administración de la plaza de la Pastoreta. Inmensa felicidad entre todos -absolutamente todos- los trabajadores de la industria de automoción Teixidó. José Lucena, presidente del comité de empresa, estaba pletórico. Motivos tenía. Cada año, él el encargado de elegir número y reservar los décimos para todos sus compañeros. "No me lo creo. Me tiemblan las piernas. Es la primera vez que me toca algo. Estamos todos muy felices", explicaba una empleada, que no pudo resistirse a dar sentidos abrazos (sin juntar las caras) a sus compañeros de curro y fortuna.

Antes de que saliera el Gordo, los bombos ya habían mimado bastante a Catalunya, con varios quintos premios. Y con el tercero, el 52.472, que dejó 9,5 millones de euros en Ripoll.

Cambiar la vida de la gente

Además de Reus, el 72.897 fue a parar a Punta Umbría (Huelva) y Granada. La consabida lluvia repartió gotas en el Puerto de Santa María (Cádiz), Granada y Córdoba. O Grove, (Pontevedra), Bilbao, Santa Cruz de Tenerife, las Palmas de Gran Canaria, San Pedro del Pinatar (Murcia) fueron las otras zonas afortunadas. "Nos levantamos cada mañana para cambiar la vida de las personas, y lo hemos conseguido", explicó, nervioso y emocionado, Miguel Ángel, el lotero murciano que repartió pellizcos del Gordo y de varios quintos. Como todos sus colegas, celebró el éxito con sus compañeros de trabajo, no con los nuevos millonarios, que, lógicamente, optaron por quedarse en casa.

Cómo no, doña Manolita

Como cabía esperar, el carrusel de millones también fue a parar a la histórica doña Manolita de Madrid, la administración que más vende de toda España y, por lo tanto, la más afortunada. Duende lo llaman. Pero son matemáticas puras. Los loteros estaban especialmente emocionados y dedicaron su éxito a la empleada que se jubiló hace dos años y que falleció por covid-19. Por ella lanzaron globos y confetis. Y besos al aire.

Tentáculos de la pandemia

La pandemia extendió sus tentáculos por todo el sorteo. La prudencia sanitaria invitó a minimizar todo lo que implica la tradición del 22 de diciembre: besos descomunales, largos abrazos, fuertes gritos, botellas de cava compartidas entre desconocidos y aglomeraciones de periodistas y curiosos a las puertas de las administraciones afortunadas. Los orgullosos loteros se pusieron camisetas con los números de la fortuna y la frase 'Vendido aquí'. Algún abrazo hubo, sí. Y alguna que otra botella de cava se abrió, pero poco más. "Ha sido un año muy difícil" fue la expresión más repetida.

[Así hemos contado en directo el sorteo de la Lotería de Navidad 2020]

2020, efectivamente, ha sido el año de una nueva enfermedad, el colapso sanitario, los muertos, la incertidumbre, el confinamiento, los ertes, los negocios cerrados, la distancia social También ha sido el año de la ciencia. A las puertas de una vacuna que hace ver la luz al final del túnel, la Lotería de Navidad ha contribuido a esbozar sonrisas. Sobre todo a los desconocidos afortunados cuyas cuentas corrientes están ahora más abultadas.