A lo largo del año de producen varías lluvias de estrellas fugaces. Sin duda la más famosa es la de las Perseidas, que además coincide con el periodo estival. Pero existen otras lluvias que pueden llegar a ser igual o incluso más vistosas que las Perseidas. Una de ellas, la de la Leónidas, tiene lugar alrededor de la noche del 17 de noviembre.

Una estrella fugaz no es más que un pequeño fragmento de material, en muchos casos proveniente de un cometa, que entra en la atmósfera de la Tierra. El rozamiento con el aire aumenta su temperatura y lo hace brillar por unos breves instantes (lo que se conoce como meteoro), hasta que se volatiliza. Si el fragmento es suficientemente grande como para sobrevivir al rozamiento con la atmosfera y llegar a la superficie de la Tierra hablaremos de un meteorito.

En el caso de una lluvia de estrellas fugaces, donde se pueden llegar a observar centenares de meteoros por hora, los fragmentos tienen un origen común y viajan por el espacio agrupados en trayectorias similares. Cuando la Tierra atraviesa estas trayectorias, lo que sucede cada año en las mismas fechas, gran cantidad de fragmentos entran en la atmósfera y provocan la lluvia de meteoros.

Si observamos una determinada lluvia de estrellas veremos que todos los meteoros parecen provenir de una pequeña región del cielo. Esto es debido a un efecto de perspectiva y a que la región del espacio de donde provienen los fragmentos del cometa es relativamente pequeña. A este punto se le denomina radiante y su posición da nombre a la lluvia. Así, en el caso de las Leónidas el radiante se encuentra en la constelación de Leo.

EL ORIGEN DE LAS LEÓNIDAS

El origen de los meteoros de las Leónidas es el cometa Tempel-Tuttle, descubierto en el siglo XIX. Su periodo orbital es de 33 años y su órbita intersecta casi exactamente la órbita de la Tierra. Cada vez que el cometa de acerca al Sol, parte del material que lo forma se evapora y es expulsado al espacio, pero permanece en una órbita muy similar a la del cometa. De esta manera, cada 33 años la órbita del cometa se puebla de gran cantidad de material que en parte acabará impactando con la Tierra.

Las Leónidas han sido protagonistas de algunas de las lluvias de estrellas fugaces más espectaculares de la historia. En el año 1833 las Leónidas dejaron, según algunas estimaciones, más de 200.000 meteoros durante las nueve horas que duró la tormenta, visible sobre todo desde América del Norte. Treinta y tres años después, en el año 1866 y subsiguientes, la lluvia dejó más de 1.000 meteoros por hora, esta vez también visibles desde Europa.

En épocas más recientes, hay que destacar la lluvia de 1966, y en menor medida las de los años 1999, 2000 y 2001. Los fragmentos que originan las Leónidas penetran en la atmósfera a una velocidad muy elevada, superior a los 70 km por segundo y suelen dar lugar a algunos bólidos muy brillantes, lo cual incrementa su espectacularidad.

CÓMO SE PRODUCE

Curiosamente una determinada lluvia de estrellas no está necesariamente originada por el material expulsado por el cometa en su último acercamiento al Sol. Los estudios detallados de cómo viaja este material a lo largo de la órbita del cometa han mostrado que, por ejemplo, la lluvia de 1833 fue originada por el material expulsado durante el acercamiento del año 1800; y la del 1966 por el material expulsado en 1899.

Esto además puede dar lugar a lluvias con dos picos de intensidad, cuando la Tierra atraviesa de forma casi consecutiva dos nubes de material originadas en distintos pasos del cometa. Lluvias de este tipo sucedieron en los años 2001 y 2002, al atravesar la Tierra las nubes de fragmentos de los años 1767 y 1866.

DECENAS DE METEOROS POR HORA

Si las Leónidas alcanzan su máxima intensidad cada 33 años y las últimas fueron aproximadamente hace 18 años, es fácil concluir que no nos encontramos en los mejores años para observar esta lluvia de estrellas.

Según las previsiones este 2018 serán visibles unas pocas decenas de meteoros por hora en la noche del sábado 17 al domingo 18 de noviembre. Como siempre que queremos observar estrellas fugaces debemos buscar un lugar oscuro, alejado de las luces artificiales. No nos hace falta ningún instrumento, tan solo podernos estirar cómodamente para mirar el cielo.