Mientras en algunos países los niños juegan, en otros se hacen adultos a fuerza de bombas. Es el caso de Siria, donde Save the Childrenalerta de que la infancia “es un objetivo bélico porque se busca hacer daño al adversario”. Un informe elaborado por la oenegé analiza el impacto del conflicto en la salud mental de los menores y constata las consecuencias psicológicas “devastadoras” que sufren. Daños que, en muchos de los casos, podrían ser “irreversibles” si no son atendidos de forma inmediata.

Son las 'heridas invisibles' de un conflicto que dura ya seis años. En este tiempo, los pequeños han experimentado lo que los expertos denominan ‘estrés tóxico’, “la forma más peligrosa de reacción al estrés”. Se produce cuando los niños se exponen al peligro de una forma tan dura, frecuente y prolongada como en Siria, donde según el director de cooperación internacional de Save the Children España, David del Campo, “dos de cada tres niños han visto morir de forma directa a personas de su familia”.

BOMBAS COMO BANDA SONORA

La respuesta a este estrés puede tener un impacto para toda la vida sobre la salud mental y física. Sus secuelas se notan ya entre los 450 niños, adolescentes y adultos de seis regiones sirias entrevistados para el informe. Algunos solo conocen la guerra. El 40% de los niños dijeron no sentirse seguros en el colegio o jugando al aire libre, y el 78% “siente pena y extrema tristeza durante todo o casi todo el tiempo”. Los bombardeos y el fuego de artillería son la “banda sonora diaria” para el 84%.

Su estado no pasa desapercibido entre los adultos, que hasta en un 89% dijeron que los pequeños “se han vuelto más nerviosos o temerosos”. Es solo uno de los rasgos, según detalló durante la presentación del informe en Sevilla el psiquiatra hispano-sirio y experto en flujos migratorios Nabil Sayed. Esa tensión psicológica constante se manifiesta además en un aumento de los niños que mojan la cama o tienen micciones involuntarias en público al escuchar un ruido fuerte; mayor agresividad, abuso de sustancias y autolesiones o intentos de suicidio entre menores que no alcanzan los 12 años. Otros padecen dificultades al hablar o pérdida total del habla. Y eso cuando no son reclutados (ellos) o dadas en matrimonio al no poder mantenerlas (ellas).

COMPROMISO DE DONANTES INTERNACIONALES

Nayeb alerta de que estas experiencias traumáticas pueden superarse con el fin de la violencia, pero también con apoyo adecuado y una intervención temprana. Una opción más factible, pero complicada. Y es que uno de cada cuatro niños entrevistados dijo que “rara vez o nunca tienen un lugar al que acudir o alguien con quien hablar cuando están asustados, tristes o enfadados”. A ello se suma la escasez de centros médicos y profesionales especializados, que han muerto o han huido, y el “estigma” existente sobre la salud mental, que provoca vergüenza en los menores e imposibilita que busquen ayuda, por lo que Save the Children reclama que los gobiernos cumplan sus compromisos de acogida y los donantes internacionales inviertan en programas de salud mental y bienestar de niños en situación de emergencia.

“Ahora mismo no vemos el resultado del conflicto”, dice Mohamad, trabajador de la oenegé, en el informe. “Vamos a ver el resultado y las consecuencias en los próximos años. Vamos a ver una generación con poca o ninguna formación, una generación emocionalmente destrozada. Necesitamos una generación que construya la nueva Siria”.