El auge del movimiento Fridays for Future, con cada vez más estudiantes en las calles, ha calado hondo en Alemania, uno de los países donde más jóvenes se han movilizado. La primera manifestación se produjo en diciembre gracias al impulso de Luisa Neubauer. Nacida en Hamburgo en 1996, esta joven activista combina sus estudios de Geografía en la Universidad de Göttingen con la protesta en las calles de Berlín.

-En menos de un año han llevado las protestas a todo el país. ¿Cómo se vive esto?

-Es tan extraordinario como raro. En la primera protesta éramos 300 personas y ahora hay incluso compañías que hacen huelga para sumarse a nosotros. Es agotador pero también bonito.

-Los integrantes del movimiento se refieren a sí mismos como una generación engañada. ¿Cual es el engaño?

-«Nos ocuparemos del futuro». Esa es la mentira. Porque eso es lo que dicen los políticos, aunque no lo hacen. La gente de mi generación es percibida como apolítica, desinteresada, aunque es la política la que se ha olvidado de nosotros. Con esta acción damos una última oportunidad a la política para que reaccione. Las consecuencias de no hacerlo son terroríficas. Creemos en la democracia y en el poder de las instituciones para cambiar las cosas.

-¿Qué les llevó ahí?

-Más allá de las oenegés, antes no encontrábamos respuesta a la pregunta de porqué debería importarnos el cambio climático. Greta Thunberg apareció y dijo: «Este es mi futuro. Si destruís el planeta también me destruís a mi». Todos pudimos identificarnos con esa respuesta.

-Es curioso ver cómo los jóvenes están siendo más responsables que los adultos…

-No debería tener que estar recordando a los políticos cual es su trabajo, pero así es. Es muy injusto que tengamos que hacerlo y ser señalados por ello. Durante tiempo los líderes políticos y económicos han ignorado la crisis climática. Dicen que nos hagamos científicos o políticos para resolverlo, pero les decimos que no. Esta no es nuestra responsabilidad, lo es velar para que ellos rindan cuentas.

-Hay sectores importantes implicados en que nada cambie. ¿Cómo seducir a esa gente?

-No creo que el problema sean los que niegan el cambio climático, en Europa hay pocos. Los que dicen que entienden la crisis, que quieren aplicar los acuerdos del Pacto de París pero que no hacen nada son los peligrosos, porque la gente confía en ellos mientras permiten que el problema siga creciendo. Hay que desenmascararlos. La gente no está lo suficientemente cabreada para actuar. Es indignación lo que necesitamos.