Japón conmemora este domingo el séptimo aniversario del tsunami que arrasó el noreste del país provocando el accidente nuclear de Fukushima, cuyas secuelas mantienen aún desplazadas a más de 73.000 personas.

En diversos puntos de Japón, y especialmente en las zonas más afectadas por el tsunami, se homenajeó a los más de 18.000 muertos y desaparecidos que dejó la catástrofe y se guardó un minuto de silencio a las 14.46 hora local (6.46 en horario peninsular), la misma en la que golpeó el terremoto de 9 grados en la escala de Richter que desencadenó la tragedia.

Al igual que en años precedentes, en Tokio se ha organziado en el Teatro Nacional una solemne ceremonia en la que ha participado el primer ministro nipón, Shinzo Abe, y que de nuevo fue presidida por el príncipe Akishino y la princesa Kiko. Ambos han sustituido por segundo año al emperador Akihito -relevado de actos oficiales tras anunciar su deseo de abdicar- y la emperatriz Michiko.

"Quiero transmitir mi compromiso de que el Gobierno se esforzará de manera coordinada para constituir una nación fuerte y resistente a los desastres", ha dicho Abe, que ha asegurado que, tras siete años, puede certificar que "la reconstrucción de la región afectada está mostrando un progreso consistente". Sin embargo, a día de hoy más de 73.000 personas continúan desplazadas por los efectos del terremoto, el tsunami y el accidente nuclear de Fukushima.

Radiactividad

Un total de 73.349 personas siguen alojadas en casas temporales, residencias de familiares y centros hospitalarios repartidos por el territorio nipón, según las últimas cifras publicadas por la Agencia japonesa para la reconstrucción de la región nordeste del país.

Tras la crisis nuclear de 2011, las autoridades del país asiático establecieron zonas de evacuación obligatoria y áreas de acceso restringido en torno a la central de Fukushima Daiichi, en función de los niveles de radiactividad detectados.

Fusión parcial

El fortísimo terremoto que se registró con epicentro en el mar frente a la costa nororiental nipona el 11 de marzo de 2011 generó minutos después un tsunami que arrasó poblaciones enteras y golpeó la central nuclear de Fukushima Daiichi.

El agua dejó a la planta sin sistemas de refrigeración, lo que acabó provocando la fusión parcial de los tres reactores que en ese momento se encontraban operativos, provocando el segundo peor accidente nuclear de la historia tras el acaecido en Chernóbil (Ucrania) en 1986.

Desde entonces, se han reabierto progresivamente estas áreas tras completar tareas de limpieza y descontaminación radiactiva, aunque muy pocos han querido regresar a sus antiguos hogares por el miedo a que persista la radiactividad y por haber rehecho su vida en otros lugares. Es el caso de los habitantes de localidades como Namie e Iitate, situadas a entre 10 y 40 kilómetros de la central y cuyas órdenes de evacuación fueron levantadas por el Gobierno nipón en abril de 2017.