El público joven, acostumbrado a manejarse con pericia en las multipantallas, parece alejarse cada vez más de la sala de cine, como si fuera una forma de ocio de otro tiempo o, simplemente, un mal necesario en cuanto único lugar posible para degustar la última entrega del universo Marvel o de Star Wars. En la última edición del Festival de Sitges, sin embargo, hubo la percepción, más esperanzada que científica, de que había más público joven que en los últimos años, lo cual hizo pensar que quizá empezaba a haber una inesperada sinergia entre soportes. «Ver cine en buenas copias y versión original, aunque sea en una televisión, educa la mirada visual y crea afición por consumir cine también en salas», considera su director, Ángel Sala. En términos parecidos se manifiesta el guionista Alberto Marini: «El cine desde la multipantalla acerca a la sala. Eso sí, la proyección en sala tiene que ser una experiencia claramente distinta a la que ofrece el cine en casa». Para la profesora Concepción Cascajosa, «si queremos que el cine siga vivo, lo importante es que la gente vea cine y se aficione a ello» y apunta al «elevado precio» de las entradas como la principal razón del alejamiento de los jóvenes de la sala. «Cuando voy al cine veo mucha gente mayor, pero no creo que sea porque las películas se dirigen específicamente a ellos, sino porque son los que se lo pueden permitir».