L os restos biológicos encontrados en la ropa que llevaba puesta la soldado de Antequera (Málaga) la noche de la supuesta violación múltiple han servido a los investigadores para empezar a cotejar datos de sus posibles agresores. Según fuentes de la defensa, de momento se han tomado muestras de ADN de nueve soldados del acuartelamiento aéreo de Bobadilla, en cuyas instalaciones se produjo la agresión el pasado diciembre. La denuncia por la supuesta agresión sexual se está tramitando en varios juzgados, ordinarios y militares, que ya han pedido la inhibición de uno de los tribunales de instrucción de Antequera dado que tanto la víctima como los supuestos agresores son militares y todo ocurrió en una base militar. Los abogados de la joven, que adelantaron que solicitarán nuevas periciales, no ocultaron su intención de que la investigación se tramite por la justicia ordinaria, ya que «sería más beneficioso» para su defendida, porque temen que de lo contrario se pueda encubrir algo. No obstante, confían en que, sea el juzgado que sea, «se llegue al fondo de lo ocurrido», porque la joven, de 35 años, se encuentra «destrozada» psicológicamente. También expresaron su indignación porque mientras la víctima está de baja y apartada del cuartel desde hace casi dos meses, aún no hay ningún militar apartado.

Fuentes policiales confirmaron que en diciembre sí se tomó declaración al autor de la otra supuesta agresión sexual sufrida por la víctima en septiembre, y que la joven no relató antes por vergüenza. Este soldado, a quien la chica sí pudo identificar, quedó en libertad con cargos por un posible delito contra la libertad sexual. Según la denuncia de la joven, esta se encontró con varios compañeros en un pub cercano a la base. La mujer pone nombre y apellidos a los militares que estaban en el local, pero con el paso de las horas, y ya supuestamente bajo los efectos de la droga que le habría sido suministrada, no puede identificar con nitidez a los hombres que empezaron a manosearla y a hacerle comentarios del tipo «no veas cómo vienes hoy».

RECONSTRUIR LOS HECHOS/ Por eso mismo, tampoco pudo identificar claramente a los al menos dos compañeros que se introdujeron en su habitación ya de vuelta al cuartel. No fue hasta la mañana siguiente cuando, hablando con un cabo mayor amigo suyo, pudo reconstruir parte de lo ocurrido esa noche, ya que no recordaba nada salvo levantarse al baño y encontrar restos de semen en su ropa interior. Fue ese cabo quien, al verla «muy perjudicada», decidió acompañarla de regreso a la base sobre la una de la madrugada. La metió en la habitación de una compañera, donde la víctima había previsto quedarse a dormir, y le ayudó a ponerse el pijama, marchándose a continuación.

Hablando de sus lagunas sobre las horas anteriores y de su «inusual» dolor de cabeza, este cabo le sugirió la posibilidad de que la hubieran drogado, una sospecha que confirmó un test de detección de drogas. Es justo tras esa prueba, y a raíz de los comentarios que se empezaron a difundir por la base, cuando la joven empezó a ser consciente de que había podido ser víctima de una violación. La chica, según su letrado, tuvo que aguantar frases como «vaya cómo ibas ayer», o advertencias de que tenía que haber cuidado su copa.