El fiscal de la Audiencia de Palencia ha pedido 11 años de cárcel para un hombre de 86 años acusado de abusar sexualmente y maltratar a su mujer durante más de 60 años, algo que el procesado ha negado este lunes durante el juicio, que ha quedado este lunes visto para sentencia.

Tanto el hombre, que vive en un pueblo de la provincia de Palencia, como la mujer han declarado este lunes durante la vista oral en la que también han prestado declaración sus cinco hijos y los psicólogos del Equipo de Valoración Integral Forense.

El Ministerio Fiscal ha mantenido la petición inicial de una pena de 11 años de cárcel para el procesado por un delito continuado de abusos sexuales con acceso carnal (ocho años), un delito de maltrato habitual (dos años) y un delito de amenazas (un año) y una indemnización de 6.000 euros en concepto de responsabilidad civil por los daños morales causados.

Insultos, intimidaciones y menosprecios

Durante su declaración el hombre ha negado todas las acusaciones de violencia machista recogidas por la Fiscalía, que mantiene que, desde el inicio de su relación, hace más de 60 años, el procesado ha estado insultando gravemente a su esposa, la ha intimidado y menospreciado de forma constante, ha intentado aislarla y ha limitado el acceso a sus recursos económicos.

También mantiene que el acusado es un hombre "violento" y que tiene "una distorsión cognitiva" sobre el papel de la mujer al entender que su esposa "debe someterse a su voluntad" provocando que ella tuviera "baja autoestima", una actitud sumisa y sentimiento de culpa hasta provocar su adicción al alcohol "como forma de afrontar la situación".

Según la fiscal, el acusado se dirigía dos veces por semana, de modo sistemático, a la habitación de la mujer -dormían en habitaciones separadas-, y la obligaba por la fuerza a mantener relaciones sexuales, haciendo uso "de la distorsión cognitiva que ambos tienen sobre las obligaciones conyugales".

"Todo esto es mentira", ha afirmado el procesado, que ha reconocido tener un comportamiento "un poco brusco" pero ha asegurado que nunca ha insultado a su mujer durante una discusión y que nunca la ha obligado a mantener relaciones sexuales, ni la ha llevado "a rastras" a su habitación porque "cuando ella no quería yo la dejaba".

Sometida a su marido

Hasta que el 24 de julio de 2017 el hijo mayor de ambos llamó a la Guardia Civil porque su padre había cerrado las puertas de casa y había dejado en la calle a su madre, que, según el relato de esta, había salido a dar un paseo después de comer, a pesar del calor de julio, para evitar tener relaciones forzadas con su marido.

La mujer, que sigue casada y vive con uno de sus hijos desde la denuncia, ha asegurado que los insultos eran habituales, que su marido era autoritario y celoso, que no le gustaba que saliera, -ella no tenía llave de casa-, y que "había que hacer siempre lo que él quería".

Ha reconocido que muchas veces accedía a tener relaciones sexuales con él para "no contrariarle", pero otras, de forma frecuente, la agarraba de los brazos o de las piernas y la llevaba "a rastras" a su dormitorio en contra de su voluntad.

Ha dicho incluso que volvían "con miedo a casa" cuando salía con sus hijos, quienes se fueron de casa muy jóvenes y conocían la situación, de la que alguna vez habían hablado con su padre, algo que él ha negado rotundamente.