La familia es el primer entorno donde se desarrolla una persona, donde ve cómo funciona el mundo o cómo se establecen los vínculos. Influye en nuestra personalidad, en nuestra forma de valorarnos a nosotros y a los demás y nos marca esquemas que asimilaremos y utilizaremos en el futuro. La confianza en los otros, la seguridad personal o cómo nos enfrentamos a la soledad viene delimitado por cómo nos hemos relacionado con nuestra familia dentro de casa. Aunque existe una parte que dependerá de la experiencia fuera de casa, lo primero que hemos visto ha sido a través de nuestros padres, pero, también, a través de nuestros hermanos.

Cuando hablamos de una persona tóxica, tendemos a pensar en una pareja, un amigo o compañeros de trabajo. En los últimos años se está viendo que la familia también puede estar llena de toxicidad y, lejos de crear seguridad o desarrollo, producen relaciones intensas, dependientes e hirientes. Los hermanos forman parte de este entorno y, en muchos casos, son ellos los que perjudican a nuestra estabilidad mental. No existen los típicos roces, sino que hay una relación desequilibrada y peligrosa que acaba por normalizarse.

SÍNTOMAS EN LA FAMILIA

La envidia, los celos, las peleas o la rivalidad son estados que se normalizan y se asocian a la relación entre los hermanos. Aparecen numerosos conflictos y se tapa con que el cariño es intenso y es algo que ocurre en todas las casas, cuando ni tiene que ser así ni que, en caso de que sea frecuente, significa que sea bueno. La familia, como cualquier lugar donde haya miembros que te quieran, tiene que procurar una serie de condiciones, tanto a nivel físico como emocional que nos proteja, nos haga crecer y estar cómodos. Aunque no existen familias perfectas, siempre hay margen de mejora donde puede haber relaciones estables y con bienestar entre sus miembros.

Cuando nos encontramos ante un hermano tóxico, ¿qué es lo que podemos observar que nos haga sentir una señal de alarma?

1. Envidia y celos

Aparece cuando uno de los dos siente que al otro se le da algo que él no tiene. Aunque no siempre es así. La envidia es un estado relativamente frecuente que no tiene que ser algo negativo. Sí es peligroso cuando lo que sentimos es que nuestro hermano siente malestar cuando se nos ofrece algo que él ni siquiera quiere, porque lo que le molesta simplemente es que alguna vez tengamos un privilegio. No se trata de "yo lo quiero", sino de "lo que quiero es que tú no lo tengas".

2. Victimismo

Independientemente de lo que ocurra, tienden a adoptar un rol de víctima, incluso con cosas insignificantes de las que tú no eres responsable. Llegan a culpabilizarte de cosas en las que tú no estabas presente. Si hay un culpable de que algo se les tuerza, serás tú. No toman responsabilidad de su propia vida.

3. Desequilibrio

La relación mantiene un claro desequilibrio. Exigen en ti lo que ellos no hacen ni dan. Todo se debe basar en satisfacer tus necesidades y, si tú buscas satisfacer las tuyas, se te tachará de egoísta.

4. Manipulación

Utilizan la relación materna y paterna para manipular los lazos familiares y las situaciones. Pueden inventar hechos o situaciones, utilizar a uno de los padres y buscar que seas el malo.

5. Arrastran a lo negativo

Se centran en la queja, en todo lo que está mal, por pequeño que sea, y parecen regodearse en ello. Se alegran cuando las cosas no salen bien, aunque ellos salgan perjudicados.

La familia es un entorno donde tendemos a permitir, perdonar en exceso y callarnos. Hacer lo contrario, establecer límites y buscar satisfacer nuestras necesidades nos genera culpabilidad, cuando realmente es lo único que puede hacer que estemos bien, especialmente cuando nuestros padres o nuestros hermanos se han convertido en tóxicos para nosotros.

* Ángel Rull, psicólogo.