Al terminar el año, como cuando vamos a cerrar cualquier ciclo, nos enfocamos en hacer un balance de aquello que pueda faltarnos o queramos mejorar. Nos marcamos unas metas y un plazo, que en este caso es de un año, para poderlas alcanzar. Sin embargo, ese plazo no solo es demasiado amplío, sino que puede no ser real o no contar con el plan de acción necesario para que sea eficaz.

Varias semanas después de Año Nuevo son muchas las personas que ven que han perdido la motivación para alcanzar sus metas o que, directamente, ya se han olvidado de lo marcado. Sin embargo, en lugar de reconducir lo que nos pasa, decidimos abandonarlo, no sin antes sentir culpa o frustración. Esperar al año siguiente no lo va a solucionar y no intentarlo de otra forma ahora, indicará que las siguientes metas también van a fracasar. Es este año donde podemos hacer las cosas diferentes.

EMPIEZA AHORA

Solo ha pasado poco más de un mes desde que marcamos los propósitos de Año Nuevo y, sin embargo, ya hemos visto cómo hemos tirado la toalla. Aunque esto nos haga ya sentirnos mal, no todo está perdido. Por muy mal que hayamos empezado con esos propósitos, podemos hacerlo diferente esta vez, aunque la clave está en retomarlo cuanto antes y no dejarlo para el lunes que viene.

La frustración, la sensación de fracaso, la culpa o la falta de ilusión son las emociones negativas más comunes cuando no sentimos que estemos logrando los objetivos. Estas emociones, lejos de animarnos, suelen empeorar lo que nos pasa. Sin embargo, es necesaria escucharlas, nos marcan que algo va mal y que seguimos teniendo poder sobre la situación.

Las siguientes pautas nos van a ayudar a recuperar la motivación para poder retomar nuestros propósitos de Año Nuevo:

1. Juez interior

Nuestro juez interior no suele ayudarnos mucho. Eleva el tono, nos acusa o hasta puede llegar a ser excesivamente permisivo. Generará emociones negativas que solo van a perjudicarnos. Por ejemplo, la culpa es creada por este juez y nos aleja de sentirnos responsables de los éxitos y de los fracasos, un sentimiento que sí va a ayudarnos siempre en el desarrollo.

2. Evalúa

Si ya hemos tirado la toalla, algo ha fallado. Empieza por el primer paso, ver si la meta estaba correctamente formulada, si era lo que queríamos o si era realista. Y después ajusta los plazos, más amplios y asociados correctamente a nuestro plan de acción.

3. Primer paso

Paradójicamente, una de las causas más comunes en el abandono de los propósitos, es que nunca damos el primer paso. Lograrlo nos parece tan lejano que ni siquiera lo intentamos. ¿Cuál es el primer paso para empezar a lograr tu meta? Empieza por ahí.

4. Necesidades

¿Cuáles son las verdaderas razones de haber escogido esas metas? Si nos paramos a pensar, podemos encontrar aquí diversos problemas. Por un lado, que no nos llene lo que queremos porque no va realmente con nuestros valores sino con lo que se espera de nosotros. Y, por otro lado, que realmente no sea lo que necesitamos. Sin una motivación directamente nuestra, nuestros propósitos no tienen valor.

Las metas que nos marcamos determinan el bienestar que podemos llegar a alcanzar si las logramos. Lo contrario, es lo que nos queda cuando no lo intentamos o abandonamos, que sentimos decepción con nosotros mismos y culpa. Esto pasa también a lo largo del año con nuestros propósitos. Sin embargo, aún no es tarde y tenemos el poder de hacer las cosas diferente esta vez.

* Ángel Rull, psicólogo.