Robo de guante blanco en la sede de la relojera Citizen Watch en España. Una banda de ladrones burló en la madrugada del lunes la seguridad del fortín que esta multinacional japonesa tiene en Gavà (Barcelona). El suyo fue un trabajo que lleva la firma de delincuentes con un alto grado de profesionalización. Tenían un plan que, ejecutado con la precisión de los engranajes que fabrica esta compañía, les condujo a un botín de más de un millón de euros en relojes.

El golpe tuvo lugar de madrugada, cuando el termómetro había descendido por debajo de los cero grados y el polígono afrontaba sus horas más solitarias, las de la noche del domingo. La fecha elegida, comienzos de diciembre, cuando en las empresas acostumbran a hacer acopio de género para nutrir a los pequeños comercios antes de Navidad, no parece casual. Para entrar en el recinto, utilizaron una sierra radial que abrió un boquete en la puerta metálica.

Tras acceder al recinto de la empresa, se activó la alarma instalada en el local. Desde que suena la señal acústica de preaviso hasta que se dispara definitivamente y pone en guardia a los dueños, pasan pocos segundos. En ese intervalo de tiempo, sin embargo, estos ladrones fueron capaces de desactivarla. Con la alarma fuera de combate, localizaron todas las cámaras de videovigilancia y las inutilizaron pintando con spray el objetivo. Solo entonces se concentraron en la tarea que les había traído hasta allí: la caja de seguridad en la que se guardan los relojes.

Los investigadores de los Mossos d’Esquadra que se han hecho cargo del caso no disponen de ninguna grabación que muestre cómo actuaron en el interior de la empresa. Tampoco hay huellas dactilares porque utilizaron guantes para no dejar ningún tipo de rastro. Se desconoce asimismo el tiempo que les tomó abrir la caja fuerte.

Según ha explicado Citizen Watch a la policía, en este golpe los delincuentes se llevaron más de un millón de euros en relojes. La empresa ha declinado hacer declaraciones sobre el robo. Es una compañía especializada en relojes de pulsera de gama media-alta, cuyo precio oscila entre los 400 y los 1.000 euros. Para hacerse con un botín del tamaño denunciado, los ladrones posiblemente tuvieron que llevarse más de mil unidades. En la especialización de la banda se intuye también en el hecho de que, con un botín de esta envergadura, dispondrá seguramente de contactos en el mercado negro para poder colocar tal cantidad de relojes.