Los últimos enfrentamientos de los narcos con las fuerzas de seguridad, que dejan un reguero de agentes heridos, ya tienen respuesta. La Guardia Civil ha desarticulado uno de los clanes de narcotraficantes internacionales más activos del Campo de Gibraltar, Los Pinchos, tras una operación que se prolonga desde hace un año y que se ha saldado con 64 detenidos y ocho toneladas de droga, así como la incautación de 16 vehículos, seis narcolanchas y propiedades por valor de tres millones de euros. Los detenidos están acusados de tráfico de drogas, blanqueo de capitales y pertenencia a organización criminal.

El denominado clan de los Pinchos, comandado por un viejo conocido de la Guardia Civil que en sus orígenes estuvo vinculado a Francisco e Isco Tejón, Los Castañitas, operaba en el Campo de Gibraltar. La presión policial, no obstante, les había empujado a expandirse a la cercana costa de Málaga, a fin de poder desembarcar los alijos, y Sevilla o Huelva, donde escondían el cargamento. Según los cálculos policiales, cada mes la organización introducía en nuestro país entre 3.000 y 6.000 kilos de hachís, cantidades muy alejadas de las de otros tiempos y que en la calle alcanzarían un precio cercano a los 30 millones de euros. La droga llegaba mediante potentes embarcaciones, algunas de ellas con hasta tres motores, custodiadas en un varadero en Palmones (Cádiz).

Fuentes del Instituto Armado explican que el primer golpe a la banda se realizó en Estepona (Málaga), donde los agentes interceptaron a seis miembros de la banda descargando un cargamento de casi 3.000 kilos de hachís. Desde ese momento los narcos cambiaron su modus operandi, fraccionando la carga y realizando varios desembarcos en zonas de difícil acceso desde tierra para evitar “jugársela en un solo punto de la costa”.

Vagabundos como testaferros

Posteriormente, el clan optó por realizar dos alijos simultáneos, usando para ello dos embarcaciones rápidas. Asimismo, cambiaron la zona de desembarco, llegando a alijar a la vez en Huelva, Cádiz y Málaga. Pero los esfuerzos fueron en vano, y los agentes localizaron otros tres alijos, sumando en total ocho toneladas de hachís incautadas.

Desde el Organismo de Coordinación del Narcotráfico (OCON Sur), que desplegó la operación junto a Europol, subrayaron que los esfuerzos para desmantelar la organización se encaminaron también a cerrar el grifo de la financiación. Así, los investigadores detectaron que para blanquear y reciclar el dinero del tráfico del hachís, la banda adquiría material náutico a una empresa propiedad precisamente de uno de los componentes de la organización, que tenía a sus padres como administradores de la sociedad. Un material que, posteriormente, era el empleado en sus actividades ilícitas: potentes motores, medios electrónicos, diverso material de náutica… Para realizar los pagos se valían de una red de testaferros formada “por personas con poca o ninguna capacidad económica, en algunos casos en estado de marginalidad”.

El principal golpe a la banda llegó el pasado mes de julio, cuando los agentes registraron detuvieron al capo, El Pincho. En el registro de su vivienda, una mansión de tres plantas dotadas con fuertes medidas de seguridad en una zona residencial de San Roque, los agentes encontraron un mini zoo con reproducciones a tamaño natural de tigres, cobras, flamencos o un enorme cocodrilo a modo de banco, además de dos reproducciones de los Moái de la isla de Pascua. El ostentoso y cuestionable gusto de sus inquilinos se apreciaba en sus dormitorios temáticos, dedicados al mundo egipcio, con una enorme mascara de Tutankamón con luces led, la Grecia clásica o el narcotráfico.

La Guardia Civil considera desarticulada la organización justo en la semana en la que la presión policial ha elevado el número de encontronazos violentos con los narcos. En los últimos días, hasta once agentes de la Guardia Civil y dos miembros de la Policía Nacional resultaron heridos de diversa consideración tras ser embestidos por los potentes todoterrenos cargados de droga. Unos enfrentamientos que el Ministerio de Interior atribuyó precisamente a la “desesperación” de las bandas criminales por un acoso policial que “les hace sentirse encerrados”. “Se les ha complicado mucho su actividad delictiva”, explicó el ministro Fernando Grande-Marlaska. Los sindicatos de los cuerpos de seguridad le dan la razón, pero exigen más medios materiales y humanos para equiparar la lucha.