España se ha convertido esta semana en uno de los primeros países del mundo en aprobar una estrategia nacional de adaptación de sus 7.883 kilómetros de costa a los efectos del cambio climático, en la que concluye que no caben más infraestructuras, construcciones y desarrollos urbanos en el litoral.

El Boletín Oficial del Estado (BOE) recoge la aprobación de esta herramienta, mandato de la Ley de Costas del 2013, que ha contado con el asesoramiento científico de uno de los centros pioneros a nivel mundial en la materia, el Instituto de Hidráulica Ambiental de la Universidad de Cantabria (IH), y con un amplio proceso de participación pública.

La estrategia diagnostica la situación actual de la costa y concluye que «el modelo de desarrollo económico implantado en las últimas décadas y la explotación de los recursos ha supuesto una amenaza para el litoral, incrementando su exposición y vulnerabilidad al cambio climático debido a la presión urbanística y a la degradación sufrida».

«La urbanización desmesurada de las últimas décadas, la construcción de infraestructuras en el litoral y la disminución del caudal sólido de los ríos ha modificado la línea de costa, destruyendo dunas, desecando marismas y lagunas costeras, aumentando la erosión y alterando el litoral mediante diques y espigones», indica el texto.

Partiendo de esa situación y de las previsiones de los impactos del calentamiento, la estrategia «marca unas directrices generales para abordar esos efectos en la costa con una visión integradora, en la que se abarca no solo el dominio público costero, competencia del Gobierno, sino áreas de gestión autonómica», indica el director de investigación del IH de Cantabria, Íñigo Losada.

«La estrategia valora los riesgos y sienta las bases para actuar», agrega el científico. En el marco de esos riesgos, el documento determina que el aumento del nivel del mar y la subida de temperatura serán los principales impactos en la costa, seguidos de las tormentas y temporales (más viento y oleaje), y del déficit de aportes de agua dulce.

La Oficina Española de Cambio Climático del Gobierno (OECC) no solo se ha basado en las predicciones científicas para evaluar los riesgos para el litoral, sino que ha tomado los 500 kilómetros de costa de Asturias como un laboratorio vivo para evaluar impactos y respuestas, gracias a un proyecto piloto llevado a cabo junto con el Principado en los últimos años. Entre otras ideas, la estrategia reconoce que las partidas que se requieren para actuar son inmensas y abre la puerta a las aportaciones del sector privado.