Los experimentos genéticos de He Jiankui atentan contra la ética y los estándares más elementales de la profesión. La conclusión llega de los colegas del biólogo chino, reunidos en Hong Kong esta semana en el segundo Congreso Internacional de Manipulación del Genoma Humano. Ahí había defendido He ayer el experimento que ha agitado a la comunidad científica en particular y al mundo en general. El comunicado, algo parecido a una enmienda a la totalidad, sirve de veredicto: He no convenció a nadie.

El comunicado empieza dudando del logro que reclama He porque su trabajo ha sido sólo expuesto en Youtube. Por ello pide una evaluación independiente para verificar las presuntas modificaciones genéticas. El biólogo desveló esta semana que había ayudado al nacimiento de dos gemelas con el ADN modificado para blindarlas contra el SIDA. La revelación fue inesperada y profundamente inquietante, según David Baltimore, Premio Nobel y organizador del cónclave científico. De ser cierta sería irresponsable y contraria a las normas internacionales.

El pliego de cargos no es sucinto y apunta a la chapuza. El trabajo de He acumula indicaciones médicas inadecuadas, un pobre diseño del protocolo de estudio, violaciones de estándares éticos en la protección del bienestar de los individuos y falta de transparencia en el desarrollo y comprobación de los procedimientos.

Riesgos imprevisibles

La comunidad científica ya había alertado de los riesgos imprevisibles de mutaciones genéticas en las gemelas y en las generaciones futuras. También había recordado que existen métodos menos agresivos para evitar el contagio del virus HIV y que, en cualquier caso, su protección genética queda empequeñecida por los potenciales peligros futuros. He prometió que seguiría de cerca a las gemelas hasta que cumplieran los 18 años para contrarrestar la alarma.

No se recordaba tanta atención global en una conferencia científica de jerga abstrusa. Estaba prevista otra intervención de He esta tarde pero los organizadores aclararon anoche que había sido cancelada. El cónclave debía de fijar el perímetro ético de la manipulación genética para evitar desmanes como los del biólogo chino. El gremio, que había acordado una moratoria de tres años sin poder vinculante, pide una regulación internacional.

Críticas de EEUU

Organizaciones estadounidenses se han sumado hoy coro condenatorio. La Academia Nacional de Ciencias y la Academia Nacional de Medicina comparten la preocupación en un comunicado. Los acontecimientos de esta semana demuestran claramente la necesidad de desarrollar estándares más específicos y principios que puedan ser acordados por toda la comunidad internacional, reza el escrito.

Sus colegas, sus centros de investigación y su país han condenado a He a una soledad sin matices. Cientos de científicos chinos han tildado sus experimentos de locura y lamentado que los haya arrastrado al lodo de la ignominia. La universidad y el hospital con los que colaboraba se han desmarcado y alegado desconocimiento. Y organismos médicos de todos los niveles amontonan sus investigaciones. Primero fue la Comisión Nacional de Salud, principal órgano estatal. Ayer anunciaron las suyas las comisiones de Shenzhen, la ciudad sureña donde está radicada su universidad y su laboratorio, y la provincial de Guangdong. He figurará en los libros de Historia como el precursor de la manipulación genética en humanos pero es improbable que su carrera sobreviva a este tsunami. Muchos sostienen que He buscaba publicidad para sus laboratorios y es difícil negarle ese logro.