La facilidad con la que los menores pueden acceder, sin control de un adulto, a contenidos pornográficos y violentos a través de las nuevas tecnologías, como puede ser un teléfono móvil, es «gasolina» para comportamientos de acoso y abuso que se protagonizan a edades tempranas y muchas veces en grupo. Lo han destacado varios expertos consultados ayer después de conocerse que cuatro niños de entre 12 y 14 años, estudiantes de la ESO en un colegio de la comarca de Cazorla (Jaén), fueron expulsados por la presunta violación a un compañero de 9 años durante el recreo. Sin querer hablar de este caso concreto, el director de Programas de la Fundación de Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo (ANAR), Benjamín Ballesteros, y el psicólogo educativo José Antonio Luengo, coincidieron en advertir del peligro que tienen las nuevas tecnologías y la pornografía para los menores. «Con un móvil sin control el menor accede a cualquier información de contenido sexual explícito y no sabe interpretarlo correctamente, lo que provoca una normalización de comportamientos que no son normales para su edad», resaltó Ballesteros. En el mismo sentido se pronunció Luengo, quien lamentó «la facilidad pasmosa» con la que los niños pueden acceder a ese tipo de contenidos que les «influyen en cómo interpretar la relación con el otro». La «virulencia con la que se puede hacer daño es muy grande por las tecnologías. Son gasolina”, según este psicólogo especializado en el comportamiento de los adolescentes. Luengo cree que es bastante «improbable» que menores de 12 ó 14 años tengan comportamientos de acoso y abuso sexual «sin haber sido testigo a través de películas o vídeos en internet». «Esa brutalidad ha debido tener algún tipo de ejemplo o modelo previo”, recalcó. efe