No solo de bolsos, camisetas y zapatillas falsas vive el top manta. Auriculares, cargadores, fundas, drones de juguete y palos de selfi falsos o ilegales se ven en los tenderetes de los manteros con la misma credibilidad que ofrecen los Prada, Louis Vuitton y Armani. Pero el top manta tecnológico tiene otras vías: los artículos más caros se venden por internet o en tiendas con pocos escrúpulos. Y es que el mantero va cada vez más enfocado al turista y la gente no hace grandes dispendios en plena calle, explican sus protagonistas.

Un reciente informe de la Oficina de la Propiedad Intelectual de la Unión Europea (Euipo), con sede en Alicante, y la Unión Mundial de Telecomunicaciones sostiene que se han vendido unos 14 millones menos de teléfonos en el año 2015 por los terminales falsos, aunque la estadística incluye también los terminales que fueron reparados en talleres no oficiales y a los que se añadieron componentes no registrados, como pantallas o carcasas.

La parte española de este pastel hubiera supuesto, según este estudio, 386 millones de euros más de facturación para las compañías, el equivalente al 10% de las ventas en el 2015. También la OCDE, en otro informe publicado a principios de este mes, advertía de que el 6,5% de los productos tecnológicos que se vendieron a nivel mundial en el 2016 son falsos y que la cifra duplicaba la del año anterior. Entre ellos, cargadores, auriculares y baterías que funcionan con problemas o se rompen al poco tiempo.

Las pérdidas no solo son económicas. Según la EUIPO, «empobrece la calidad de los servicios de telecomunicaciones impactando la experiencia de los clientes y las empresas, crea un problema de seguridad entre los consumidores por el uso de componentes y materiales inadecuados o defectuosos, aumenta las amenazas de ciberseguridad, pone en peligro la privacidad de los consumidores, perjudica la seguridad de las transacciones digitales, daña a los consumidores financieramente más vulnerables dejando de ofrecerles las garantías amparadas por la ley y crea un riesgo para el medio ambiente y los consumidores». Pero estas amenazas no parecen calar en buena parte de los consumidores. Según la EUIPO, el 31% de los españoles considera que es «admisible» comprar una falsificación cuando el original es «muy caro».

DECOMISOS A LA BAJA/ Como anécdota, son notables las búsquedas en Google en España de los términos «IPhone 7 falso», «réplica Samsung» y similares, y además creciendo en el último año. Algunas páginas web incluso, las utilizan para atraer tráfico hacia artículos aparentemente legales. Los canales para acceder a este tipo de dispositivos falsificados ha cambiado y ha pasado de la venta física en tiendas, a la venta online. En ciudades como Barcelona, según la Guardia Urbana, los decomisos de productos electrónicos en el top manta actualmente son casi anecdóticas, producto también de la mayor represión del fenómeno. Influyen dos factores: ya eran mucho menos habituales en comparación con los bolsos o las gafas de sol, y, además, son productos más fácilmente transportables y escondibles que las grandes bolsas manteras. «Los que venden palos de selfies (el producto tecnológico mantero más habitual en la ciudad) suelen llevar como mucho una mochila», admite un portavoz del cuerpo.

También la Agencia Tributaria ha registrado un descenso de estos productos, vinculado al endurecimiento de las inspecciones sobre los aranceles declarados en origen. En el 2016, las aduanas aprehendieron unas 177.000 unidades de equipos electrónicos y componentes (no incluyen videojuegos), con un valor estimado de 1.570.000 euros. Esos 177.000 unidades, aseguran fuentes de la agencia, suponen el 7% del total de falsificaciones aprehendidas y comprenden desde móviles, accesorios, componentes como pantallas, memorias o baterías, aparatos de vídeo y audio, tarjetas de memoria externa, cartuchos de tinta y ordenadores o sus componentes. La cifra, aún así, es manifiestamente inferior que la del 2015, cuando se intervinieron más de 603.000 equipos y componentes electrónicos falsificados (el 23% del total, una cifra récord en los tres años anteriores).

El tema es tan grande que las multinacionales intentan eliminar estos productos de la red. «La mayoría son mercados de compraventa asiáticos, pero se encuentran en cualquier tipo de web. En España son una mafia, redes organizadas que se abastecen desde Asia, porque es donde están los productores, y que llegan a clonar páginas webs originales», explica Laura Urquizu, CEO de Red Points, una agencia de protección de marcas en internet.