Al menos 90 elefantes fueron abatidos por cazadores furtivos en los últimos tres meses en Botsuana, país con la mayor población de estos mamíferos en todo el mundo, denunció ayer la ONG Elefantes Sin Fronteras. «Cada día estamos contando elefantes muertos. Acabo de regresar de volar (la zona) NG42, probablemente el área silvestre más remota y aislada de Botsuana, y allí hemos contado seis cadáveres, pasaremos a estudiar (el distrito de) Chobe la próxima semana», informó Mike Chase, director de la organización y encargado del recuento sobre el terreno. Elefantes Sin Fronteras, con el apoyo del Departamento de Vida Silvestre de Botsuana, ha completado hasta la fecha la mitad del Censo Aéreo de Elefantes y Vida Silvestre de 2018, que iniciaron el pasado 10 de julio, y cuyas cifras de caza furtiva ya constituyen las mayores de la historia de África.

«Cuando comparo mis datos con el Censo de Elefantes que realicé en 2015, estamos registrando el doble de elefantes recientemente cazados de forma furtiva (en Botsuana) que en cualquier otro lugar de África», lamentó Chase.

Los colmillos de todos ellos fueron brutalmente arrancados, y según Chase, la creciente actividad de cazadores furtivos se debe a que el pasado mayo, la unidad que combatía esta actividad ilegal en el país fue desarmada por el Gobierno. «Botsuana siempre ha estado a la vanguardia de la conservación, y confío en que el presidente Masisi defenderá nuestro legado y abordará el problema rápidamente», afirmó Chase. Todos los animales inspeccionados en helicóptero son mayores de 35 años, según Chase, «con colmillos pesados» que pueden llegar a superar los treinta kilos, en un mercado internacional, monopolizado no obstante por países asiáticos como Tailandia y China, en el que el kilo de marfil se compra por unos $1,000 (864 euros).