Fumar también es malo para la vista porque acelera el daño y el envejecimiento ocular, advirtieron ayer los oftalmólogos del Instituto de Microcirugía Ocular (IMO) de Barcelona. Con motivo de la celebración, mañana jueves, del Día Mundial sin Tabaco, los oftalmólogos del IMO han explicado que los vasos sanguíneos del ojo son especialmente frágiles ante la acción del tabaco, factor de riesgo de enfermedades microvasculares como la retinopatía diabética. La retina -tejido sensible a la luz que recubre la parte posterior del ojo- es una estructura altamente vascularizada que acusa de forma directa las consecuencias de una mala circulación debido a los tóxicos del tabaco, según el IMO.

Esta falta de irrigación provoca que se reduzca el aporte de oxígeno que llega a la retina, la cual no puede «respirar» y recuperarse adecuadamente y, por tanto, tiene más posibilidades de sufrir lesiones. Por eso, los oftalmólogos advierten de que evitar el tabaquismo es uno de los hábitos clave para prevenir la retinopatía diabética, la enfermedad vascular más frecuente de la retina, que se calcula que padecen la mitad de las personas con diabetes tras 15 o más años de evolución.

«Dado que la descompensación metabólica de la diabetes ya daña los vasos retinianos, sumarle el hecho de ser fumador perjudica doblemente la visión», ha alertado el oftalmólogo Rafael Navarro. Otra patología que destacan desde el Departamento de Retina y Vítreo del Instituto por su relación con el tabaco es la degeneración macular asociada a la edad (DMAE) -primera causa de ceguera en mayores de 65 años-, cuyo riesgo de sufrirla se multiplica por cinco en personas que fuman. Según la doctora Anniken Burés, «se trata de una enfermedad de origen complejo en la que, además de la edad y la predisposición genética, también influyen factores ambientales, siendo el principal de ellos el hábito tabáquico, que propicia tanto su aparición como su progresión».

Los daños acumulativos que experimentan los fumadores sobre la salud ocular también se ponen de relieve en el desarrollo precoz de cataratas. La opacificación progresiva del cristalino -la lente natural del ojo que, con los años, va perdiendo su transparencia- se ve acelerada por el efecto oxidante de las sustancias nocivas del tabaco, que precipitan su proceso natural de envejecimiento.