Nueva York, la urbe acostumbrada al trajín constante, funciona ahora a cámara lenta. Su frenesí habitual se recluye en hospitales sobrepasados por los más de 76.000 casos de coronavirus, una enfermedad que ya se ha cobrado al menos 4.009 vidas, más que las 2.753 que segaron los atentados del 11-S en la ciudad. Y la emergencia sanitaria ha transformado escenarios icónicos de Nueva York, como informó nuestra corresponsal en la ciudad, Idoya Noain, en esta crónica. En el río Hudson flota el buque hospital USNS Comfort, la nave y la cripta de la catedral de St. John The Divine van a acoger nueve tiendas con 200 camas, un hospital de campaña montado por la misma polémica organización cristiana dirigida por un líder islamófobo y homófobo que ha levantado otro en Central Park. A todas estas durísimas imágenes se suma ahora el de los enterramientos en fosas comunes.

Las autoridades están usando la isla de Hart, a las afueras de la ciudad, para hacer los primeros enterramientos masivos. Se usa normalmente para enterrar a quienes no tienen familia ni recursos y se usa a presos para hacerlo. Pero ante la expansión de la pandemia entre la población reclusa y el incesante aumento de fallecimientos, han recurrido a contratar mano de obra, ataviada con los trajes de protección reglamentario. Hasta ahora llegaban 25 cuerpos a la semana. Ahora, al día.