China recibió ayer el primer día del Año Nuevo Lunar con rezos multitudinarios, ofrendas, danzas tradicionales y una explosión de color dominada por el rojo, símbolo de la buena suerte para los chinos, para atraer la buena fortuna. Pekín y otras ciudades chinas, repletas de farolillos rojos, celebran con rituales y festejos el fin del Año del Gallo y el comienzo del Año del Perro en el calendario oriental. Desde antes del amanecer, centenares de personas esperaron en una larga cola frente al Templo del Lama, en la capital, donde acudieron para pedir sus deseos para este año nuevo -con el que empieza el Festival de la Primavera- a las deidades budistas que adornan el santuario, de inspiración tibetana. Algunos de los que hicieron cola aseguraron llevar más de 16 horas esperando a la intemperie y desafiando los varios grados bajo cero de la capital para no perderse la cita, ya que debido a la gran afluencia de público el número de personas está limitado.

El templo pronto se impregnó de nubes de humo procedentes de los rituales de incienso que todos seguían para pedir sus deseos para este nuevo año, que los pequineses dieron la bienvenida con multitudinarios rezos y ofrendas florales. Todo ello en medio de fuertes medidas de seguridad y calles cortadas en el centro de la capital, que fue blindada con un enorme dispositivo de seguridad formado por 900.000 personas (equivalente a un vigilante por cada 20 ciudadanos) para garantizar el orden durante las fiestas y el respeto de la nueva prohibición de los fuegos artificiales y petardos.

Cerca de allí, en el Templo de la Tierra, miles de personas acudieron a la tradicional recreación de un ritual de sacrificio imperial de la dinastía Qing para adorar a la Tierra realizada por decenas de personas ataviadas con trajes tradicionales. Numerosas familias disfrutaron de un día tan señalado para pasear por el parque (conocido en chino como ditan), repleto de puestos de comida tradicionales y tenderetes con todo tipo de suvenires y ambientado con tradicionales danzas de dragón. Esta miaohui, como se conocen las celebraciones de Año Nuevo, se repetirá en los próximos cinco días, cuando se esperan entre 1 millón y 1,2 millones de visitantes, explicó la portavoz del parque, Guo Cailing.

«Miaohui supone recuerdos porque algunas tradiciones solo las podemos encontrar en miaohui, en otros sitios muy poco. Por otro lado, si tenemos niños podemos traerlos aquí para contarles algo (sobre la tradición), es un legado cultural», cuenta Zhang Shiming, residente en Pekín. Según las creencias chinas, el perro simboliza la fidelidad, y se dice que las personas nacidas en este año son leales, honestas, valientes, industriosas e inteligentes. Curiosamente el actual presidente de EEUU, Donald Trump, y los expresidentes George W. Bush o Bill Clinton nacieron en años del perro.