El exnovio de Mònica Borràs, la mujer desaparecida en Tarrasa en agosto del 2018, confesó este miércoles que mató a su expareja. Ayer también fue hallado un cadáver en el jardín de la casa que compartían, en la calle Voltas de la población del Vallès. Jaume Badiella, informático de 54 años, confesó el crimen en el momento en que los Mossos y la comitiva judicial se disponían a buscar el cuerpo enterrado mediante un georradar. Este jueves se procederá al levantamiento del cadáver y la realización de la autopsia, que permitirá confirmar que el cuerpo es el de Borràs, cuyo rastro se desvaneció el 7 de agosto de hace casi un año.

Había sido el propio Badiella quien denunció la desaparición de la mujer hace diez meses. Los Mossos pidieron entonces la colaboración ciudadana para dar con ella y se inició una campaña por redes sociales. Badiella relató al diario 'El Punt Avui' que Borràs, expareja sentimental pero todavía compañera de piso, se había marchado tras una discusión. Y que, tras aquel portazo, no había vuelto a saber de ella.

VIDA NORMAL

Informático de profesión, Badiella había estudiado en el colegio Tecnos del municipio, según recoge el portal Món Tarrasa, y tenía un aspecto de "científico despistado". En la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), además de la especialidad de Informática, se había formado como filólogo.

Del balcón de su casa, mientras los agentes de la policía catalana escudriañaban el jardín en la tarde del miércoles, seguía colgando una pancarta de la Assemblea Nacional Catalana (ANC). Algunos de sus compañeros en la plataforma independentista seguían atónitos ante el desenlace de la desaparición de Borràs. "Desde el primer día, actuó como si no ocurriera nada, participando en cada acto, llevando una vida tan normal", relataba uno de ellos.

Borràs y Badiella habían mantenido una relación por momentos "tempestuosa", según su entorno. Ella había acumulado en el pasado diversos litigios derivados de discusiones familiares. Ninguno demasiado grave. Su desaparición se había convertido en un enigma que, para los Mossos, pronto pasó a ser un caso de homicidio sin cadáver.

La investigación de los Mossos nunca logró hallar ningún rastro de Borràs después de aquella supuesta marcha tras la discusión con Badiella. Y los indicios policiales se fueron concentrando alrededor de una hipótesis que ahora la autopsia podrá confirmar: la mujer nunca salió de casa. Lo que ocurrió, según los Mossos tratarán de probar ahora, es que, presuntamente, él la mató y después la enterró en el jardín de su casa. A partir de ese instante, denunció la desaparición y ocultó el secreto incluso a las personas más próximas, que atribuyeron el nerviosismo que sí mostró con alguno de ellos a que su expareja seguía sin aparecer.

El juez que dirige la investigación mantiene el secreto de sumario en relación con el caso.