Un nueva ola de calor sin precedentes ha disparado las alarmas en la Europa central. Varios países han registrado en los últimos dos días las temperaturas más altas de su historia y se preparan para la prolongación de un bochorno más propio del Mediterráneo.

Ayer fue el día más caluroso que se recuerda en Alemania. Al menos desde que se registran las temperaturas. El servicio meteorológico alemán (DWD) anunció que la localidad de Lingen, cerca la frontera occidental, llegó a 41,5 grados. Prácticamente toda Alemania se halla bajo un calor poco habitual que puede seguir superando máximos. Así, los expertos señalan que las temperaturas solo bajarán en las montañas de más de 1.000 metros y en regiones cercanas al mar Báltico. Es por eso que las autoridades han declarado el nivel de alerta 2, de extremo calor y contaminación durante el día. También Austria y Polonia sufren el calor.

Bélgica y los Países Bajos también viven días de asfixiante calor como no se habían visto en décadas. En las últimas 48 horas, el cielo gris al que están acostumbrados ha dejado paso a un radiante sol que ha disparado los termómetros. Ayer, la aldea de Deelen llegó a los 41,7 grados, siendo la primera vez en la historia del país que se registran cifras por encima de los 40. En la localidad belga de Kleine-Brogel, junto a la frontera con Holanda, se rompió el récord de calor el miércoles con 38,9 grados, superando también la máxima de 38,8 de junio de 1947. Las autoridades, que llevan hasta 186 años recabando datos meteorológicos, han declarado el país en alerta roja.

Donde también se nota esa fuerte subida del termómetro es en Francia, en alerta desde el martes por temperaturas que llegaron a los 41,2 grados en Burdeos, y el Reino Unido. Ayer, París llegó hasta los 42,6 grados, batiendo el récord de la ciudad, de hace 70 años.