«Los sanitarios han trabajado con ansiedad, miedo y sin recursos. Y aun así han hecho y siguen haciendo una labor excepcional», dice Antoni Calvo, psicólogo y director de la Fundación Galatea, dedicada a cuidar su salud.

—Qué ocurre con las secuelas que deja la pandemia sobre la salud mental?

—Todos vemos que la pandemia va mucho más allá de las cifras de afectados. Vivimos en un contexto de incertidumbre, ansiedad y miedo. Ante esto, la reacción humana es anticiparse al estrés y, paradójicamente, ponernos en el peor de los escenarios. Y eso crea todavía más malestar. Llevamos semanas arrastrando una gran carga de estrés psicológico y emocional. Esta pandemia también está afectando a nuestra salud mental.

—¿Y cómo está afectando todo esto al personal sanitario?

—Esta crisis ha hecho mella en la salud física y mental de los sanitarios. Estamos ayudando a muchos profesionales que piden apoyo psicológico y psiquiátrico. Pero sabemos que debe de haber más malestar entre los médicos del que llegamos a detectar. Hay muchos médicos y enfermeros que siguen ahí, luchando en primera línea, y que aguantan como héroes, sin pedir ayuda. Vemos que reclaman recursos para seguir atendiendo a los pacientes, pero nada para ellos. Sabemos que estos no van a pedir ayuda ahora, pero intentamos estar preparados para cuando nos necesiten.

—Usa términos bélicos para hablar de los sanitarios. ¿Sabe que se debate incluso esto?

—Sí, y entiendo el debate. Pero estamos desplazando la atención de lo que realmente importa. Discutimos sobre si vale la pena o no llamarles héroes o utilizar otro recurso retórico y, mientras, no valoramos lo suficiente que trabajan en condiciones heroicas. El debate de fondo es que estamos ante profesionales que salvan vidas a contracorriente, sin todos los recursos que necesitan, con ansiedad, miedo, estrés y un nivel de exigencia altísimo.

—¿Cuál era la situación de los sanitarios antes de la pandemia?

— Venimos de una situación muy delicada. En la Fundación Galatea llevamos años estudiando la salud mental y el estilo de vida de los profesionales de la salud. E incluso antes del covid-19, preocupaba ver la vulnerabilidad psicológica de estos profesionales.

—¿Cómo hay que interpretar esta vulnerabilidad?

— Viene de la propia naturaleza del trabajo. En los últimos años hemos visto cómo, debido a los recortes en sanidad, los profesionales se enfrentan a una mayor carga asistencial, con menos recursos, en un sistema permanentemente cuestionado.

—¿Y ahora? ¿Cómo se enfrentan los médicos a esta crisis?

—Con un sobreesfuerzo excepcional. Pero empiezan a estar agotados. El desconocimiento sobre el virus y la evolución de la pandemia crea una angustia permanente. Y aunque parece que las urgencias se van descongestionando, los médicos no pueden evitar temer otra oleada. Cuando todo esto acabe, habrá que ayudarles a descansar.

—¿Cuáles son los principales retos con lo que tienen que lidiar?

—Faltan recursos, hay mucho estrés, mucho trabajo y muchísima presión. Nadie sabe muy bien qué pasará. Muchos sanitarios se han visto obligados a cambiar de función para atender la oleada de pacientes con covid-19. Otros han sido desplazados para prestar servicio en residencias, con toda la carga que implica. Los médicos tienen miedo a contagiarse y a contagiar su familia. Y aun así se entregan plenamente a su trabajo.

—La buena noticia es que nunca antes se había mostrado tanto agradecimiento al colectivo.

— Sí, y es maravilloso. Pero los ánimos por sí solos no sirven. Cuando todo acabe habrá que revisar muchas cosas del sistema sanitario. Ahora les aplaudimos como héroes, pero en un futuro tenemos que mejorar las condiciones en las que trabajan. Necesitamos reflexión, autocrítica y voluntad para arreglar las cosas.

—Otros vecinos piden a los sanitarios que no vuelvan a su casa para que no les contagien...

— Ese será otro reto al que nos tendremos que enfrentar: el estigma. Cuidar la salud física de los sanitarios es imprescindible, pero de poco sirve si hacemos mella en su salud mental.