Junto a la primera vacuna contra la malaria, que ha comenzado a administrarse a 360.000 niños en tres países africanos para probar su eficacia, las esperanzas de erradicación de una enfermedad que se cobra 350.000 muertes anuales están depositadas en la tafenoquina, el primer medicamento desarrollado en 60 años contra un tipo específico de paludismo que tiene gran incidencia.

España ha participado en su desarrollo y aprobación por parte de la FDA, la agencia del medicamento de EEUU, a través de un centro puntero, situado en Madrid y perteneciente a la farmacéutica GSK, en el que se investigan tratamientos para enfermedades que son endémicas en zonas en vías de desarrollo. GSK ha contribuido tanto a la creación de la primera vacuna contra la malaria, a través de sus laboratorios belgas, como de la tafenoquina, el innovador fármaco que abre nuevas posibilidades de curación.

La malaria está causada por el plasmodium, un parásito que llega a la sangre por la picadura de un mosquito. Quique Bassat, coordinador de la línea de investigación de malaria del Instituto de Salud Global, explica que uno de los «cuellos de botella» del proceso de curación se sitúa en el hígado. Aunque una persona sea tratada con éxito contra la enfermedad, en este órgano se quedan hipnozoitos o fórmulas durmientes indetectables que causan la reactivación de la malaria semanas o incluso meses después de la primera recaída, en personas infectadas por el parásito plasmodium vivax. La tafenoquina elimina dichos hipnozoitos hepáticos y, a diferencia del medicamento existente hasta ahora, tiene éxito con una sola dosis, en lugar de en 14 días de administración.

NÚMERO DE DOSIS / Esta reducción en el número de tomas es importante porque en África muchas familias se toman la primera pastilla ante el médico, pero luego, por diversos motivos, interrumpen el tratamiento. Con el nuevo fármaco, no es necesaria la continuidad para curarse. Y es que este es uno de los motivos que, junto con la continua evolución de los parásitos, las resistencias a los medicamentos, la administración de fármacos falsos y la falta de recursos, está motivando que la malaria se estanque.

De hecho, desde el 2010 el número de casos había descendido progresivamente, hasta reducirse de 239 a 219 millones, pero el último informe anual de la OMS, correspondiente al año 2018, advierte de que se ha producido un aumento de dos millones de infecciones. Por eso, los investigadores reclaman no bajar la guardia y que se continúen destinando los recursos necesarios al tratamiento. En este escenario, la vacuna que ha comenzado a suministrarse en niños no se considera una «bala mágica», pero sí una «pieza más en el puzle» de las herramientas destinadas a luchar contra el paludismo.