En los círculos afines a las mal llamadas 'terapias alternativas', el coronavirus coronaviruses toda una paradoja. Mientras muchos niegan su existencia, otros proponen remedios caseros para prevenir y curar una posible infección. Ambas posturas, presentadas sin ningún tipo de respaldo empírico, construyen un relato contradictorio que, a su vez, se difunde como un acto de fe entre los simpatizantes de estas doctrinas. Este sábado, por ejemplo, los seguidores de la 'Dolça Revolució' de Josep Pàmies, payés de Balaguer conocido por su acérrima defensa de las pseudoterapias, se reunieron para protestar sobre "el engaño" de la pandemia.

El evento, al que acudieron un centenar de personas, consistió en una protesta de besos, abrazos y un almuerzo grupal con invitados de diferentes lugares de España. Sin mascarillas. Sin guardar la distancia mínima de seguridad. Sin nada que pudiera evitar un eventual contagio. Con la única 'protección' de unos vaporizadores de clorito sódico, un compuesto tóxico para su consumo, sin eficacia terapéutica demostrada y prohibido para su consumo humano desde el 2010 por la Agencia Española de Medicamentos. Y con la promesa de que, en caso de que alguien se infectara de un virus que 'no está claro que existe', podría curarse con este símil de la lejía promocionado como Solución Mineral Milagrosa (o MMS, por sus siglas en inglés). O con las plantas silvestres que crecen a las orillas del río Segre, donde se celebró el encuentro.

Contra las advertencias

Contra las advertencias Este acto de 'desobediencia' se anunció hace ya más de una semana a través de redes sociales y canales de comunicación privados como Telegram. Pero, según recoge el diario Segre.com, ni la policía local ni el consistorio de Balaguer tenían constancia del evento, aunque ahora se disponen a investigarlo. Tampoco sirvieron de nada las restricciones que se aplican en la región sanitaria de Lleida, donde se sigue en la fase 1 y, por lo tanto, se prohíben viajes entre provincias y encuentros de más de 10 personas.

Tampoco sirvió de nada el historial de multas y sanciones impuestas tanto al horticultor como a su asociación la promoción de las falsas propiedades terapéuticas del clorito sódico y de las plantas medicinales, unos productos anunciados como una cura desde el cáncer hasta el ébola. Hasta ahora, la consejería de Salud les ha impuesto 720.000 euros de multa. Y, más recientemente, los colegios de médicos han interpuesto una denuncia ante el Tribunal Superior de Justícia de Cataluña por un delito contra la salud pública, publicidad engañosa e intrusismo profesional. Incluso los portavoces de la Policía Nacional han alterado en varias ocasiones durante esta pandemia del peligro de estos tratamientos pseudocientíficos y de los bulos que se articulan a su alrededor.

Encuentros digitales

Encuentros digitales El acto de este sábado no ha sido la única muestra de rebeldía de Josep Pàmies. El autodenominado activista por la defensa de las pseudoterapias estuvo durante meses organizando encuentros prohibidos para divulgar las propiedades de sus remedios. Y, a lo largo de la pandemia, ha utilizado las redes sociales para hablar sobre "un virus que es una farsa" pero que, en todo caso, "con MMS se cura en unos días".

En estas semanas, la página web de Dolça Revolució ha recogido decenas de testimonios de supuestas curaciones de covid-19. Algunos relatan que empezaron el tratamiento de manera preventiva y otros para paliar síntomas de malestar, aunque en muchos casos no tuvieran claro si efectivamente habían contraído la infección. Cada relato habla de un protocolo de ingesta diferente, con diluciones más o menos concentradas y con tomas prácticamente cada hora. En ocasiones, en los escritos se relatan episodios de náuseas que, según advirtieron las autoridades sanitarias, podrían ser un síntoma de intoxicación por este compuesto.