El montón de gente agolpada durante todo el día alrededor de la Mona Lisa es una de las escenas más características, y exasperantes, del Museo del Louvre. El crecimiento de visitantes en este museo --el más frecuentado del mundo, con casi nueve millones de ingresos por año-- ha hecho que se produzca esa sensación de atasco también en otros puntos. Por esto, el museo ha encargado a un equipo de investigadores, algunos de ellos de la Universitat Pompeu Fabra (UPF), que estudien el movimiento de los turistas con el objetivo de entender si cambiar la posición de algún cuadro podría descongestionar espacios. Los primeros resultados de este trabajo, llevado a cabo en el 2010, se presentaron en enero en uno de los principales congresos de tecnología y turismo, en Suecia.

TRUCO TECNOLOGICO "Poner a una persona que siga como una sombra a cada turista sería impensable", explica Josep Blat, director del Grupo de Tecnologías Interactivas de la UPF, que ha coordinado el estudio con Fabien Girardin, creador de la empresa suiza de análisis de datos Liftlab. El truco del equipo es tecnológico: los investigadores han sembrado el Louvre de sensores capaces de detectar móviles que llevan el bluetooth encendido. Al menos uno de cada 20 visitantes deja conectado este sistema de transmisión de datos, presente en la mayoría de los móviles modernos. Por medio de los sensores, se puede detectar la trayectoria de aquellos dispositivos durante la visita del museo. Con este truco, los científicos recogieron 13.000 trayectorias durante 10 días en mayo del 2010, el periodo de mayor frecuentación en cuatro meses de mediciones.

"En primer lugar identificamos el ingreso y la salida preferidos por los turistas: en ambos casos, el ingreso Denon", explica Yuji Yoshimura, que lleva a cabo su doctorado en la UPF con estos datos. "Tras entrar, más de la mitad de los visitantes se dirigen hacia la Victoria de Samotracia", dice. Hasta aquí, pocas sorpresas. Sin embargo, la primera novedad es que uno de cada 10 visitantes, tras explorar el área alrededor de la Victoria, vuelve hacia la salida. "Este recorrido incluye las obras estrella del museo, entre ellas la Mona Lisa", explica Yoshimura. Los investigadores no pudieron colocar un sensor cerca de esta obra por razones de seguridad, pero su posición cae debajo del área de la Victoria.

No obstante, otro dato inesperado es que este recorrido corto se suele hacer en casi tres horas, mucho más que las dos horas que se toman los visitantes que hacen los recorridos más largos detectados. "Posiblemente se trata de turistas más preparados, o visitantes que repiten en el museo", aventura Blat.

PRIVACIDAD Por motivos de privacidad, para que los propietarios de los móviles detectados no sean identificados, los sensores ocultan automáticamente su número con un código cifrado. "Este proyecto se enmarca en un ámbito de investigación que aprovecha la gran cantidad de datos generados por móviles, GPS y otros dispositivos para entender los movimientos de las masas", explica. Por ejemplo, Girardin analizó el movimiento de las bicicletas o de los turistas en Barcelona y en Nueva York. "Es la primera vez que el método se aplica en un museo", afirma Blat. Ahora, el grupo quiere los patrones semanales y estacionales para sugerir recorridos más eficientes o dónde emplazar oficinas de información.