Una de cada 37 personas que cruzan el Mediterráneo con rumbo a Italia muere en el intento. En el 2016, más de 5.000 fallecieron en el mar tratando de llegar a Europa. Roger Alonso (Barcelona, 1974) es jefe del equipo de búsqueda y rescate del 'Vos Hestia', el barco de Save the Children que asiste a refugiados en aguas mediterráneas. El 'Vos Hestia' mide unos 60 metros de eslora y tiene base en el puerto italiano de Augusta. Además, cuenta con dos embarcaciones pequeñas dirigidas por equipos de rescate especializados.

¿Cuándo empezó Save the Children a trabajar en el Mediterráneo?

La oenegé lleva más de ocho años en Italia, trabajando en los desembarcos de los puertos de Sicilia, Cerdeña y en el sur. Además, también llevamos muchos años trabajando en los países de origen de esas migraciones -África central, África del oeste, África del este, Oriente Medio-. Dimos el siguiente paso a raíz de las muertes que se estaban produciendo en aguas del Mediterráneo. En coordinación con Save the Children de Italia y las autoridades del país, a mediados del pasado agosto decidimos fletar un barco y empezamos a operar en septiembre. En el primer rescate asistimos a 372 personas. En el último rescate, a 411.La capacidad del barco es de 300.

¿Cuál es el balance de estos casi cinco meses?

Desde septiembre hemos asistido a más de 2.600 con unas 40 nacionalidades distintas. Vienen de zonas en conflicto. Las llevamos a puerto en un trayecto que dura unos dos o tres días. Es cierto que el rescate es muy importante, pero detrás hay todo un trabajo de gestión: debemos identificar la vulnerabilidad de menores, asistirles médicamente…

¿Cuántos de esos 2.600 eran niños?

El 20%. Y el 90% de ellos viajaban solos. No ven futuro en sus países. Algunas personas de Eritrea te explican que toda la familia está haciendo la colecta para que uno de ellos pueda hacer el viaje. Escogen al miembro que tenga más posibilidades de llegar y obtener más oportunidades para la familia. Muchas veces son chicos de 15 o 16 años, que se juntan en grupo y que se han conocido durante el viaje. Porque, ojo, a menudo los viajes duran más de un año.Cruzar el Mediterráneo son dos o tres días, pero muchos han hecho el viaje a pie durante meses, han estado en campos en Libia, explotados laboralmente…

¿Qué hacen ustedes una vez suben al barco estos menores?

El rescate es duro y complicado, pero luego está la parte de trabajo dentro del barco. En el equipo de Save the Children hay expertos en protección de la infancia, un médico, enfermeros, mediadores culturales que hablan tigriña [lengua etíope] y árabe... Los mediadores culturales entrevistan a los niños, les explican que mentir sobre la edad es delito en la ley italiana, que por eso es importante que digan si son menores. También identifican familias que se han separado porque han salido en barcos diferentes y llegan a dos puntos diferentes de Italia.

¿En qué condiciones llegan los niños?

En ocasiones, los mediadores culturales identifican casos de tortura, explotación sexual -muchas chicas vienen engañadas-. Todo este proceso de identificación sirve para que los menores no acompañados sean referidos adecuadamente en Italia. Una vez en tierra, informamos a Acnur, a servicios sociales.... Por ejemplo, si hay chicas en riesgo de explotación sexual tratamos de que sean debidamente identificadas desde el momento en que pisan suelo. En unas 48 horas quizás hacemos más de 100 entrevistas.

Según datos de Save the Children, ahora mismo hay 23.000 menores bloqueados en Grecia. ¿Qué quiere decir esto?

Que Europa no garantiza el acceso seguro al continente. La burocracia -estas personas tienen derecho a asilo político- retrasa mucho el proceso y la gente queda bloqueada. No se está garantizando el corredor seguro a Europa: por eso arriesgan sus vidas en el Mediterráneo. Save the Children trabaja para que haya este corredor seguro. Lo que estamos haciendo en el Mediterráneo central hoy por hoy es un parche. Y lo seguiremos haciendo porque no podemos mirar hacia otro lado, pero la UE debe tomar una decisión política coherente con la situación que vivimos.

Habrá visto situaciones muy duras.

En noviembre viví uno de los momentos más complicados. Hicimos un rescate y vimos que había una señora inconsciente. Llevaba más de una hora muerta. Había perdido el conocimiento en el centro de la barca y se ahogó en el agua que había en el fondo. Era la madre de un niño de cuatro años y una niña de nueve que teníamos a bordo del barco. ¿Cómo les cuentas que su madre ha muerto? Cuando estábamos preparando el cuerpo de la madre, encontramos entre sus ropas un plástico escondido con números de teléfono en Italia. Gracias a eso identificamos a su exmarido y padre de los niños. Un mes más tarde hicimos una audiencia para evaluar si ese señor tenía capacidad para encargarse de los niños y todo indica que acabarán con él.

¿Tienen contacto con otras entidades que también asisten refugiados en el Mediterráneo?

Sí. La coordinación en el mar es extraordinariamente buena. Faltan tantos recursos, que no te queda otra. Aquí el objetivo es salvar vidas, no ponerse medallas. A veces hay que transferir personas a otros barcos que van a tierra para seguir nosotros asistiéndolas en el agua, o viceversa. También nos coordinamos con barcos de la Armada española.

¿Cuántos barcos hay ahora mismo?

Dos, uno de Médicos Sin Fronteras y otro de Proactiva Open Arms -el Vos Hestia de Save the Children está en tierra llevando a cabo preparativos de mejora-. En temporada alta ha llegado a haber 12. Al final vives obsesionado con el tiempo, consultas tres tipos diferentes de previsiones meteorológicas. Monitorizas la altura de la ola, su dirección, el mar de fondo, la dirección del viento… Y, aun así, el tiempo no es una regla exacta. Esto es un poco el juego de la espera: tienes que afinar muy bien cuándo salir a poco que haya una buena previsión de tiempo. Nosotros nos hemos encontrado temporales con olas de cinco o seis metros. Muchas veces tenemos que esperar a que pasen y lleguen las barcas.

¿Se está agrandando esta crisis?

Analiza el contexto geopolítico de África. Con las elecciones bloqueadas, en el norte de Mali recrudeciéndose el conflicto, Gambia con problemas… La guerra no acaba. Para decidir meterte con tu mujer embarazada de cinco meses en una barca con 150 personas preparada para 25 tienes que estar desesperado. Aparte de menores, en los barcos hay muchísimos hombres que dejan una familia detrás, lo que generará a medio o largo plazo una ruptura del lazo familiar.