El 11 de marzo de 1923, tal día como hoy hace 95 años, Albert Einstein abandonaba España tras visitar Barcelona, Zaragoza y Madrid durante dos semanas, en las que mantuvo reuniones con matemáticos y ofreció varias conferencias para explicar los cálculos que le habían llevado a recibir el premio Nobel de Física dos años antes y alumbrar su Teoría General de la Relatividad una década atrás. Las crónicas contaron que sus audiencias fueron acogidas entre ovaciones por públicos masivos que sabían de su fama, aunque la mayoría no entendía sus hallazgos. Para la posteridad quedó la anécdota que el físico vivió con una castañera de la plaza Mayor de Madrid. Al reconocerle, la mujer gritó: ¡Viva el inventor del automóvil!

Casi un siglo después de la única visita de Einstein a España, la figura del genio continúa generando la misma fascinación envuelta en desconocimiento de entonces. Se le presume icono pop del siglo XX, aunque pocos a pie de calle saben por qué; sus descubrimientos están detrás de infinidad de aparatos con los que interactuamos a diario, pero solo los iniciados son capaces de explicar qué significa e=mc2. «Tuvo una personalidad tan deslumbrante y causó tanto impacto en nuestro tiempo que el desconocimiento del gran público acerca de su vida y su obra resulta un crimen de lesa humanidad», clama el físico argentino José Edelstein. Una tarde de 1907, viendo las gotas de lluvia cayendo sobre su ventana, Einstein se planteó: si me desplazara a la misma velocidad que ellas, pensaría que no se están moviendo. Esta elucubración, a la que se referiría más tarde como «la más feliz de mi vida», está en el origen de su Teoría General de la Relatividad, que tardaría casi una década en desarrollar. Donde había gotas de lluvia, Einstein se imaginó a la luz y se preguntó: ¿cómo la vería si viajara tan rápido como ella? Acababa de descubrir que lo constante en el Universo no es el tiempo ni el espacio, sino la velocidad de la luz, y que cuando nos acercamos a ella, el tiempo se expande y el espacio se contrae. «Su gran genialidad consistió en preguntarse: ¿qué pasaría si…? Parece simple, pero antes de él nadie lo había hecho. En la distancia corta, Einstein se mostraba poco afable. «Era ateo, antimilitarista, antinacionalista, de ideas progresistas y de mente abierta. Fue amigo de intelectuales, pero también un mal padre y un mal esposo de su primera mujer. Tenía toda su libido puesta en su trabajo». Einstein sigue siendo noticia.