El número de nacimientos bajó un 3,2% en China en el 2017 respecto del año precedente y se situó en los 17,58 millones de bebés, según cifras divulgadas ayer domingo por la Comisión Nacional de Sanidad y citadas por la prensa estatal. El año anterior, el 2016, había sido el primero tras el final de la política del hijo único y en China hubo 18,46 millones de nacimientos, con un aumento del 11,5% sobre el ejercicio precedente. Sin embargo, ese efecto solo duró un año en el número global de nacimientos. Aún así, un 51% de los bebés nacidos durante el 2017 no eran el único hijo de la familia, añaden los últimos datos proporcionados.

El Gobierno chino eliminó a partir del 1 de enero de 2016 la política del hijo único a fin de combatir el envejecimiento demográfico, y permitió que las familias tuvieran dos hijos. Sin embargo, a pesar del aumento inicial del primer año, el frenazo del segundo y de la primera mitad del 2018 está llevando a las autoridades a pensar en eliminar todos los límites a la natalidad, según algunas filtraciones de prensa, algo que podría ocurrir incluso este mismo año.

Tras el final de la política del hijo único, implantada en 1979, los nacimientos no han aumentado todo lo esperado por las autoridades debido, según a declaraciones de numerosos ciudadanos, a la carestía de la vivienda en las grandes ciudades y de servicios como educación o sanidad.

Hay que recordar que la supresión de la política del hijo único, impuesta por los líderes de la revolución maoísta para controlar el crecimiento desmesurado de una población tan numerosa como la china, venía siendo una constante reclamación social por parte de los nuevos chinos. Sin embargo, el rapidísimo desarrollo de la economía del país ha traído otros problemas que vuelven a retraer el número de nacimientos. Y esta vez las causas no son políticas.