El caudal del río Ebro avanzaba ayer en caudales máximos, especialmente en Zaragoza, pero tendía a dar una tregua y estabilizarse tras anegar varias áreas ribereñas, que han sido declaradas «zonas de actuación urgente» por el Gobierno. Espacios sobre las que el Ejecutivo central trabajará con la máxima prioridad una vez que se normalice la situación y se puedan evaluar los daños, que se vaticinan de consideración (sobre todo en los cultivos) a pesar de que las previsiones apuntaban a un panorama mucho peor. En palabras del presidente de Aragón, Javier Lambán, en comparecencia ante los medios en Zaragoza junto a la ministra de Agricultura y Pesca, Alimentación, y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, la crecida extraordinaria del Ebro, a esas horas, se encontraba «controlada», de ahí que haya apelado a la tranquilidad. Las circunstancias son parecidas en Navarra, donde el Gobierno foral que preside Uxue Barkos mantenía la emergencia por inundaciones en fase I para la Ribera, principalmente porque la crecida del Ebro está resultando más lenta de lo esperado y hasta final de la tarde, o ya durante la noche, no se creía que se produjera el pico de la avenida.

Porque seguía creciendo el nivel del agua en Tudela, si bien el desbordamiento no produjo incidencias destacadas (es más bajo que el precedente más similar de 2015); en Buñuel, también en Navarra, el agua alcanzaba terrenos próximos al casco urbano.

Así que la subida del nivel del río fue bastante más lenta que hace tres años, una circunstancia que podría deberse a la rotura de algunos diques del Ebro en Navarra y La Rioja. Con todo, la guardia no se baja. Barkos sobrevoló el área inundada entre Tudela, Buñuel y Ribaforada para evaluar la situación y valorar las medidas a adoptar próximamente por varios departamentos de su gobierno.