Los investigadores del Barcelona Supercomputing Center (BSC) y el Centro Nacional de Análisis Genómico (CNAG) trabajan en la creación de una máquina informática que permita simular el cuerpo humano para probar tratamientos de forma virtual. La llaman Virtual Head y permitiría saber con más certeza y sin laboriosos estudios clínicos cómo responde el cuerpo humano ante enfermedades o fármacos. El programa podría, además, llegar a emular cómo respondería un individuo concreto a un tratamiento personalizado. «Es crear un doble virtual de uno mismo, un gemelo computacional para saber cómo reaccionaría un enfermo ante un tratamiento», explica Ivo Gut, director del CNAG. Una versión científica de lo que en ciencia ficción se conoce como doppelgänger, el fantasma de uno mismo.

El proyecto, aún en fase muy inicial, pretende ser uno de los más ambiciosos de la ciencia europea para los próximos 10 años y situarse a la altura de los que ya se desarrollan para el grafeno o el cerebro humano, llamados FET Flagships (proyectos estrella) porque intervienen equipos de varios países y tienen un presupuesto de 1.000 millones de euros (lo que vale una start-up de éxito o el coste de fichar a 10 futbolistas de primer nivel). «La idea es que el médico decida sobre un posible tratamiento teniendo más datos que una estimación de cómo le puede funcionar a esa persona», explica Gut. «Sería hacer ensayos clínicos completos para un individuo con los datos que se tienen de él mismo comparados con los de otros millones».

La clave es la información que se ha obtenido de la investigación genómica en los últimos 10 años y lo que ha avanzado la ciencia en conocimiento del cuerpo humano, combinado con el aumento de la capacidad informática, la inteligencia artificial y el aprendizaje de las máquinas. Esto permitirá crear un modelo que, según Gut, podrá aprender de sí mismo y ayudar a los científicos a descubrir cómo funciona el cuerpo, sobre todo a nivel molecular, que es la parte más desconocida. «Cómo funcionan los órganos se conoce bien, pero las relaciones en la célula ya son más complejas», comenta Alfonso Valencia, director del grupo de ciencias de la BSC, que desarrolla el modelo computacional.