Los críticos sentenciaron que era "terriblemente predecible". La industria la miraba con desdén. Ni siquiera los productores confiaban en ella. Contaba la historia de Baby (Jennifer Grey), una adolescente que descubre su sexualidad durante unas vacaciones de verano en un 'resort' de la mano (y del cuerpo) de un monitor de baile (Patrick Swayze). Se estrenó en cines y fue el pelotazo del año. Puede que 'Dirty dancing' (1987) no tenga el caché de 'Fiebre sábado noche' (1977), pero forma parte de la memoria sentimental de varias generaciones. Fue una película imprescindible. Y sigue siéndolo 30 años después. Valiente, revolucionaria y feminista. La guionista Eleanor Bergstein escribió una película llamada a formar parte de la historia del cine. Pero ella lo niega. “No creo que yo forme parte de nada. Lo verdaderamente importante es que la película llega al corazón de la gente. ¿Por qué? Porque habla de ser valiente y de cambiar el mundo”, afirma la estadounidense, de visita en Madrid para promocionar el musical basado en el filme, otro pelotazo que el pasado febrero arrasó en Barcelona.

A sus 79 años, Bergstein sigue siendo una moderna. Sus numerosos anillos, su melena plateada, su vestido ligero y su forma de hablar dan pistas sobre la mujer que fue. Se ríe cuando se le pregunta si algún productor puso pegas cuando incluyó un reclamo a favor del aborto legal en el guion de 'Dirty dancing'. “Al principio no se dieron cuenta, no pusieron mucha atención en leerlo. Después sí que fue un tema espinoso. Me preguntaron por qué hablaba del aborto si era ya legal en EEUU. Les contesté que sí, que era legal, pero que en 1963 no lo era y que había que decirles a todas las mujeres que conseguirlo había supuesto una lucha. Hoy día, incluso, pende de un hilo, así que, lamentablemente, es un tema que vuelve a estar de actualidad”.

Para escribir el guion, la escritora se basó en su propia infancia en Brooklyn y los veranos en la montaña con sus padres. “Con 12 años descubrí los 'dirty dancing'”, confiesa con una sonrisa la autora, que mientras estudió en la universidad se ganó un sueldillo ejerciendo deprofesora de baile.

La historia de amor y pasión de Baby y Johnny es un tratado de sexualidad femenina en el que todo se observa desde el punto de vista de ella. "La cámara trata como un objeto al hombre y es la mujer quien se excita”, asegura la periodista Hadley Freeman en su libro 'Time of my life' (título de la pegadiza y maravillosa canción que le valió a un Oscar a 'Dirty dancing'). Una vez más, Bergtstein no se da tanta importancia. “La película es la historia de una mujer joven que descubre la sexualidad y no es penalizada por ello”, sentencia.

EL MUSICAL

Tras el 'boom' de 'Dirty dancing', Bergstein se percató de que la gente la veía una y otra vez. “Querían estar ahí, querían ser testigos”. 20 años después, la guionista creó el musical, la mejor manera para que el público “se metiera dentro de la historia” de Baby y Johnny. La obra de teatro lleva diez años pateándose el mundo y ahora regresa a España (en diciembre volverá a Barcelona).

Bergstein prefiere pasar palabra cuando se le pregunta por la secuela, 'Havana nights' (2004). Tampoco pasa de una sonrisa burlona cuando se le menciona el 'remake' para televisión. “He visto ambas, pero no tuve nada que ver con ellas. Prefiero no hacer ningún comentario”. También ha visto 'La La Land', musical que conquistó en febrero al público (en masa) por su magia y encanto. 'La La Land' y 'Dirty dancing' no tienen mucho que ver, en su opinión. "El primero se parece más a los musicales antiguos. El mío tiene música, sí. Pero un trasfondo social y político con mucho peso”.

Ese trasfondo al que se refiere se lee en clave feminista, una lucha que sigue siendo necesaria 30 años después. “No es lo único por lo que seguimos guerreando. También por el honor y la decencia”.