El fenómeno del turismo de masas es tan global y acelerado que Barcelona, como otros destinos urbanos de España, se ve literalmente superada a la hora de poner orden en todos los negocios y servicios que afloran antes que las propias normativas. Sucedió primero con los pisos turísticos, que crecieron sin control hasta que se regularon, y está pasando ahora con el nuevo fenómeno de las falsas habitaciones por días, que en muchos casos ya no son en casas de particulares, sino que ocupan pisos enteros donde no vive anfitrión alguno, aprovechando el vacío legal al respecto. En ese marco, el Ayuntamiento de Barcelona se ha aliado ahora con otras nueve urbes para intentar frenar la invasión de camas turísticas que contribuyen a la gentrificación y afectan al acceso a la vivienda habitual. Juntas se han movilizado para lograr en Bruselas una legislación europea que dé más armas a los municipios para afrontarlo.

En el mismo bando están, de momento, Barcelona, París, Berlín, Ámsterdam, Viena, Bruselas, Múnich, Burdeos, Cracovia y Valencia. Desde hace meses colaboran para compartir sus experiencias e iniciativas, pero ahora han reaccionado unánimemente ante un reciente dictamen preliminar del abogado general del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, que defiende que el servicio que ofrecen plataformas como Airbnb es propio de la sociedad de la información y de la libertad de prestación de servicios. Respondía a un caso presentado por un tribunal de París sobre Airbnb Irlanda.

De ese modo, las ciudades ahora aliadas interpretan que estos negocios «no tendrían prácticamente ninguna responsabilidad a la hora de garantizar que se cumplan las normas sobre el alquiler que se ofrecen en estas mismas plataformas». En un manifiesto conjunto, estas 10 ciudades dicen temer que esta actitud aumente «el alquiler turístico de viviendas a gran escala», lo que «perjudicará aún más» al «vulnerable mercado de la vivienda y la habitabilidad en las grandes ciudades».

REGULACIÓN / La concejala de Urbanismo, Janet Sanz, recuerda lo complejo que llegó a ser tener acceso a los datos de Airbnb y otros portales para poder sancionar a los titulares de pisos turísticos ilegales, así como poder exigir a estos que no anunciasen pisos sin número de registro que acreditase su licencia de actividad.

«Ahora, muchas envidian el caso de Barcelona por haber podido imponer multas y perseguir la actividad ilegal gracias a la ley de turismo, que da herramientas de inspección y sanción a los ayuntamientos», relata. De hecho, desde el 2016, cuando comenzó el plan de choque local, se ha ordenado el cierre de 5.429 apartamentos turísticos sin permiso. De estos, hasta mitad del pasado mayo unos 1.800 habían vuelto a tener uso residencial tradicional. También se ha logrado que las plataformas hayan eliminado unos 5.800 reclamos ilegales.

No obstante, la normativa «se queda obsoleta porque las plataformas se mueven» y buscan nuevas vías de negocio. En este marco ha irrumpido con fuerza el fenómeno de los pisos alquilados enteros pero por habitaciones, lo que permite que se anuncien como «habitaciones pordías», supuestamente en casa de un anfitrión y en el ámbito de la llamada economía colaborativa, que no se multa y está en vías de ser regulada.

Pero en cada vez más casos es una trampa. No hay propietario alguno residiendo, de modo que son operadores que antes explotaban pisos ilegales y como ya no los pueden anunciar, ahora recurren a este truco. El resultado son viviendas que funcionan como pensiones. Esta nueva dinámica complica muchísimo la detección, inspección y abordaje. Hace un año, Sanz ya reivindicó en Bruselas un marco comunitario que permitiera frenar la proliferación sin control de camas turísticas en las ciudades. «Tenemos herramientas del siglo XIX para combatir fenómenos del siglo XXI», razona la edil, convencida de que se pueden aplicar normas comunes que respeten cada territorio, pero imponiendo unos «mínimos». Con este mar de fondo, esta semana las 10 ciudades han firmado una declaración y mantendrán reuniones con los comisarios europeos para promover el nuevo enfoque.