Jos Brecht encontró en la Encantada, una masía del siglo XIV ubicada en un bosque cercano a Castellterçol (Barcelona), el lugar ideal para esconderse. Llegó a finales de mayo con su mochila a la espalda y se presentó como un experto en plantas silvestres con propiedades medicinales. Dijo que era alguien que «viajaba por el mundo». No dijo que era el asesino del pequeño de 11 años Nicky Verstappen, cuyo crimen sin resolver sacudió Holanda en 1998.

Jos escogió la Encantada seducido por un anuncio colgado en internet -también en inglés- que solicitaba la colaboración de voluntarios para «un proyecto familiar» de fabricación y venta de cremas de cosmética elaboradas con productos naturales.

Últimamente pasaba temporadas largas en una cabaña en los Vosgos (Francia), desde donde organizaba excursiones para turistas, a los que enseñaba a sobrevivir en la naturaleza. Una vida que comenzó a peligrar en marzo, cuando supo que la justicia holandesa le reclamaba una prueba de saliva para un nuevo banco de ADN.

El pequeño Nicky Verstappen fue secuestrado en un campamento de verano en 1998. Su cadáver apareció al día siguiente en un bosque con signos de haber sido agredido sexualmente. Tenía 11 años y su desaparición, asesinato y violación conmocionaron a la sociedad holandesa. Pero no se encontró al culpable. El ciudadano holandés que sí lo identificó en la Encantada llamó enseguida a la policía de su país. La jueza Carmen Lamela ordenó que Brech (Holanda, 1962) ingrese en prisión provisional hasta que se resuelva su extradición.