Tras 12 horas de angustiosa búsqueda, los dos hermanos, un niño de tres años y medio y una bebé de cinco meses, que estaban desaparecidos en la localidad valenciana de Godella desde el miércoles por la tarde, fueron hallados sin vida a última hora de la tarde de este jueves. Fue la madre la que condujo a la Guardia Civil hasta los cadáveres, que estaban enterrados en fosas separadas. Aunque no confesó el crimen, fue detenida mientras el padre de los dos pequeños, a última hora de la noche, continuaba retenido bajo la condición de investigado.

El desenlace se produjo sobre las 19.30 horas y, según contó Juan Carlos Fulgencio, delegado del Gobierno en la Comunitat Valenciana, después de muchas horas de diálogos incomprensibles con los progenitores, los interrogadores consiguieron que la mujer se comprometiera a llevarles hasta los niños. «Se había manifestado en diversos términos como que tenían que resucitar y finalmente ha accedido», explicó anoche a los periodistas. Los niños estaban enterrados, uno a unos 75 metros de la vivienda y el otro, a unos 150 metros.

Existe ya una primera idea de cómo pudieron morir los menores aunque permanece bajo secreto. «Hay hipótesis porque la forense ha realizado el levantamiento del cadáver pero forma parte del secreto del sumario y de la investigación», apuntó Fulgencio, que lamentó el trágico desenlace y agradeció el trabajo de todos los que participaron en esta búsqueda a contrarreloj.

Una llamada al 112 a primera hora de la mañana dio comienzo a la investigación. Un vecino vio a la mujer correr semidesnuda y al padre perseguirla por la calle donde viven. De origen belga él y ambos cerca de la treintena, vivían de manera ilegal en un chalet en mal estado de conservación. Varias patrullas de la Guardia Civil y la Policía Local acudieron a la zona pero sólo encontraron al padre, que en una confusa primera declaración ya habría apuntado a que quería regresar a su país dado que «todos», en referencia al parecer tanto a su mujer como a sus hijos, «están muertos».

Las primeras averiguaciones desvelaron que la última vez que los niños habían sido vistos con vida fue el miércoles por la tarde cuando una amiga de la familia se había acercado a llevarles comida. También quedó claro que los padres protagonizaron una fuerte discusión esa noche. Uno de los perros que desde primera hora participó en la búsqueda descubrió sobre las once de la mañana a la madre desnuda y con arañazos propios de haber corrido en el interior de un bidón cerca de la vivienda.

Encontrar a la mujer sin los menores hizo intesificar los interrogatorios pero inicialmente con «poco éxito», ya que su actitud era «poco colaborativa», aunque esa percepción pudo deberse a sus desvaríos. El padre aseguró que la madre ya habría intentado ahogar a los pequeños el mismo miércoles y que quería reencarnarse. Ella habló en varias ocasiones de «bucear», lo que llevó a centrar la búsqueda en los pozos y acequías cercanos.

Las estrambóticas declarasiones de los padres abren la puerta a que ambos tengan problemas psiquiátricos que podrían estar producidos por el consumo de drogas.