Todo empezó con una decisión arriesgada, la de salir de la comodidad de su casa en Cádiz para ver qué hacía su hijo en la salvaje vida madrileña. Lo que no sabía Rogelia es que lo que comenzaba como una bonita historia de amor entre madre e hijo, una visita amable para disfrutar unos días de su compañía, terminaría siendo un drama para él y una divertida historia para el resto de la humanidad.

Una historia de terror, con policía de por medio, una marabunta de personas y una mujer que se pierde en la Puerta del Sol y acaba en Canillas. Canillas, sí, a un buen rato del centro de Madrid. ¿Cómo llegamos a este punto? Lo explica en primera persona, con gracia y no menos drama, el tuitero Willi Depu.

La visita le pilla por sorpresa: "Ella de allí no se mueve, que para chocho relajao el suyo, pero esa vez la convencí". Parece que de lunes a viernes la mujer sufrió por no poder hacer vida más allá de las cuatro paredes de su piso. "Estaba blanca porque yo trabajaba y solo había asomado el moño por la ventana", relata. Y cuando llegó el viernes a casa, se dio cuenta de que tenía que hacer algo por su madre.

"Mañana nos vamos al centro de compras, que voy a tirar la casa contigo". Solucionado. Todos contentos. "Se le iluminó la cara en plan por fin me saca el mariconazo. Al día siguiente la llevó por lo que considera "los mejores sitios": Berska, H&M y C&A. "Uno por una madre lo hace todo", dice orgulloso.

GIRO DRAMÁTICO

Con todas estas compras, estos selfies y esta felicidad, ¿qué podía salir mal? Todo podía salir mal. De vuelta a casa, en territorio hostil-el Metro de Madrid-su hijo advirtió en el andén: "Agárrate a mí que esto es como una estampida de ñues". El niño le había salido muy 'sagerao'.

Mira que se lo dijo.

Esto ya salió en Jumanji, pero nadie aprende de la ficción. Hay que vivirlo. La mujer, dice el hijo, debió pensar que diez paradas más allá se encontrarían. No tres ni cuatro ni cinco, diez paradas. Y ante esta situación, puedes llamar y decir que te bajes en la siguiente parada y que ahí os veis. Pero ya sabemos cómo son las madres...

Aquí es cuando la cabeza da vueltas y se pone en lo peor. Porque qué le puede pasar a tu madre si se pierde en el Metro de Madrid. Pues como mínimo termina siendo víctima de trata de blancas.

Así que se fue de Sol para Atocha, pensando que podría haber terminado ahí, y se plantó en atención al cliente para reclamar su atención: "Por favor si usted tiene madre llámela por megafonía. A su madre, no a la mía. Que a veces no me hago entender", relata. "Dígame el nombre de su madre que yo la llamo", le dijeron. Pero no iba a ser tan fácil, porque en cuanto dijo 'Rogelia' le tomaron por bromista. Y entre los nervios y los gritos, acabó llorando.

TRES HORAS DESPUÉS...

El chico ya no pensaba en la trata de blancas, directamente se ponía en lo peor: tener que ir a AR. "Me veía explicando a mi familia que me habían secuestrado a mi madre, que estaban vendiendo su hígado o que tenía que ir al programa de AR a pedir a los secuestradores que me la devolvieran". Se imaginaba a la gente preguntándose qué hacían en el metro los S.W.A.T.

Después de la espera, un señor de seguridad le dio la alegría de la tarde: "Hemos encontrado a una señora bajita, con moño, un echarpe marrón, una bolsa del Berska y que solo dice 'ay virgen del Carmen' entre sollozos". ¡Esa es su madre!

Pues estaba en Canillas.

Así que llegó a Canillas, corrieron, se abrazaron, lloraron. La familia reunida.

Hubo algo de intriga al final. Pero todo hay que decirlo, la historia tiene final feliz: