La Guardia Civil ha desmantelado una trama internacional liderada por un laboratorio de Teruel que distribuía medicamentos ilegales por países de varios continentes, fabricados en India y China pero con etiqueta de marca española, y ha detenido o investigado a 16 personas en varias provincias. Según informa la Dirección General de la Guardia Civil, se trata de la operación Ayúrveda, que ha puesto al descubierto una organización que comercializaba medicamentos falsos para dolencias graves, como leucemia, psicosis, síndromes de ansiedad o afecciones cardíacas.

Fármacos como la penicilina, heparina, vincristina y morfina eran algunos de estos medicamentos falsificados por la trama, que ha sido desarticulada tras la denuncia de un laboratorio iraní que, tras haber encargado y pagado 70.000 euros por una remesa de medicamentos al laboratorio español, nunca llegó a recibir el pedido ni le devolvieron el dinero que había abonado por ellos.

Tal como explican fuentes de la investigación, el propietario del laboratorio Desarrollos Farmacéuticos Bajo Aragón (Defabar), ubicado en Alcorisa (Teruel), era el cabecilla de la trama y el administrador único de otro laboratorio, Raga, ubicado en la misma sede que el anterior.

A este hombre, de unos 56 años, el juez que se ha hecho cargo del caso le ha retirado el pasaporte y cada 15 días tiene que presentarse ante el Juzgado de Instrucción número 2 de Alcañiz (Teruel). Los agentes de la Sección de Consumo y Medio Ambiente (Secoma) de la Unidad Central Operativa (UCO) son quienes han llevado a cabo la operación, desarrollada también en Barcelona, Castellón, Sevilla, Valencia y Madrid en colaboración con la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS).

En una primera fase, el propietario del laboratorio, que al menos venía actuando de forma ilícita desde 2012, introducía los principios activos de medicamentos desde India y China para después acondicionarlos en España y distribuirlos a países con una legislación más laxa en esta materia que Estados Unidos o la Unión Europea, donde la normativa es muy exigente.

Pero a medida que cogió confianza, todo el proceso, incluido el etiquetado, se hacía en los laboratorios de esos países asiáticos con los que tenía esa relación comercial.