En enero el Congreso debatirá, por fin, la nueva ley de educación, una norma que supone la derogación de la que aprobó, en el 2014, el entonces ministro Wert (la polémica LOMCE). La titular de Educación, Isabel Celaá, aseguraba ayer que el nuevo texto que cocina su departamento no supone un cambio de sistema sino «una modernización» de la ley orgánica de educación (LOE, del 2006). El anteproyecto aprobado ayer en el Consejo de Ministros no es más que un primer paso. Ahora, el Gobierno tiene que recibir la opinión de varios sectores, incluido el Consejo Escolar y las comunidades autónomas, que se reunirán en breve en una conferencia sectorial. Una vez que el periodo de consultas haya terminado, el ministerio incluirá las emmiendas que considere oportunas y volverá a ratificar el proyecto en el Consejo de Ministros. A partir de ahí, en enero, el texto entrará en el Parlamento, donde se encontrará con la oposición frontal de Ciudadanos y PP.

Defensora de la inmersión lingüística, Celaá ha recordado que la futura norma será «respetuosa con la Constitución, el Estado y las autonomías». En el caso de tener lengua cooficial, el porcentaje de competencias del Estado será del 55% (65% en el caso de los territorios sin lengua propia). La norma del Gobierno socialista elimina definitivamente las reválidas (habrá evaluaciones de diagnostico en 4º de primaria y en 2º de la ESO) y también los itinerarios, que implicaban a los alumnos decidir en 4º de la ESO su camino escolar en función de las asignaturas.

La educación primaria vuelve a organizarse en tres ciclos y desaparece la anterior división de materias en troncales, específicas y de libre configuración. «Repetir curso debe ser la última opción. Y en el caso de que haya un repetidor, este tendrá asignado un motor del centro para apoyo escolar. No queremos que nadie se quede atrás», explicaba Celaá, muy combativa con el hecho peque España sea uno de los países con mayor número de repetidores en las aulas. Religión se seguirá ofreciendo en las escuelas, pero no tendrá una asignatura espejo alternativa. Religión, además, no contará para nota. Tampoco para la obtención de becas ni servirá para hacer la media de la media de los procesos de acceso a la universidad. El texto también prevé recuperar la anterior prueba de acceso a la enseñanza universitaria.

Todos los estudiantes cursarán una asignatura de valores cívicos y éticos. Además, se podrá acceder al título de Bachillerato con un suspenso (uno solo). Mientras que el bachillerato será «flexible», la formación profesional será una titulación de «primera categoría» formativa y profesional.