Cuatro de cada diez mayores de 65 años se conecta ya a internet con una frecuencia semanal y los cacos de la red lo saben, por lo que han fijado en los ciberabuelos uno de sus objetivos. El timo de la estampita ha dado el relevo al phishing. Precisamente, es el grupo de población más mayor (de entre 55 y 74 años) el que más ha crecido en el último año en cuanto al acceso a internet, en concreto 8,1 puntos porcentuales, según datos del Observatorio Nacional de las Telecomunicaciones y de la Sociedad de la Información. Y a la par que aumentan los internautas, crece la ciberdelincuencia. Lo hace a un ritmo anual del 27%, como destacan los responsables del Departamento de Delitos Telemáticos de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, que recuerdan que en este tipo de delincuencia la cifra negra del delito (los que no se denuncian) supera el 50%.

Los datos del Ministerio del Interior recogidos en el Estudio sobre la cibercriminalidad en España registran 62.419 víctimas de estos delitos en 2017, de las que 2.673 tenía más de 65 años. De éstas, la mayoría (2.045) lo fueron por fraude informático, seguido por las 358 amenazas y coacciones y las 109 por falsificación informática. En cualquier caso, e independientemente de la cifra negra, los datos reales son mayores, ya que este informe no recoge estadísticas del País Vasco y Cataluña, es decir, de los delitos de este tipo perseguidos por la Ertzaintza y los Mossos d’Esquadra.

Junto con los menores, los mayores son uno de los colectivos más vulnerables en la cibercriminalidad. Tanto es así, que la agencia policial estadounidense FBI ha situado este problema entre sus líneas de acción prioritarias. Esta agencia recogió el pasado año en su portal de internet 49.523 denuncias de mayores de 60 años y ha cifrado en 342 millones de dólares las pérdidas económicas originadas a las víctimas.

Invertir en la investigación de la ciberdelincuencia se hace cada vez más necesario, sobre todo en reacción, tal y como han reiterado en distintos foros expertos en esta materia, que lamentan que los distintos gobiernos en España no destinen suficiente presupuesto.

Tanto los responsables del Departamento de Delitos Telemáticos de la UCO, como Ángel Pablo Avilés, autor del libro Por una Red más segura, guardia civil y experto en ciberdelincuencia, aseguran que muchas de las víctimas mayores lo son de phishing, es decir, del robo de su identidad o credenciales en internet, lo que permite a los «cacos» de la red acceder a sus servicios bancarios.

En ocasiones, bien por correo electrónico, por SMS o por WhatsApp reciben un mensaje haciéndose pasar por su banco para decirles que ha habido un problema o que necesitan comprobar su identidad. Les proponen acceder a la supuesta web de su entidad mediante su usuario y contraseña y les capturan las credenciales. Ya con ellas en su poder, los malos pueden efectuar tranquilamente compras o transferencias de dinero desde la cuenta usurpada a las suyas.

Otro de los problemas que afecta a los mayores es la dificultad que tienen para discernir los sistemas de publicidad on line dadas sus escasas habilidades en la red.

Problemas de malware -virus, troyanos...-, suscripciones a servicios especiales como los SMS Premium, llamadas a números de tarificación especial que terminan con la aportación de sus datos personales, sobre todo bancarios; descargas de aplicaciones para sus móviles, o compras on line que están lejos de ser un chollo, son las nuevas trampas en las que caen más los mayores.

El hecho de que, en la mayoría de los casos, aprendan solos a manejarse en la red es otro de los motivos por los que los ciberabuelos están en la diana del delincuente. Y también por eso, son fundamentales las charlas que tanto la Guardia Civil como la Policía Nacional imparten en centros de mayores. Un colectivo que sigue siendo víctima de los delitos tradicionales, como el tocomocho, los atracos a la salida del banco o el cada vez más extendido robo por el método del abrazo.